Un ingeniero yucateco graduado en Nueva York, Alfredo Medina Vidiella, advirtió que en el oriente del estado existía una suerte de tesoro en maderas. Las extensiones de esos terrenos pertenecían a una hacienda: Santa María , propiedad del Banco Nacional de Crédito Agrícola. No era fácil comprar la propiedad, sin embargo estableció un convenio ingenioso: por cada árbol talado el banco recibiría una cantidad. Así es como en medio de la selva, con espíritu emprendedor y conformando un equipo de gente valiosa, se abre el primer aserradero: La Sierra y tiempo después La Colonia Yucatán. La industria maderera se fue diversificando: en 1950 se lograron aprovechar 17 especies sin tocar los ejemplares que no tenían el tamaño apropiado ni las demás especies que no eran aprovechables. Posteriormente se encontró la forma de aprovechar mejor las especies y en el año de 1963 se funda la que quizás fue la primera planta en América Latina de aglomerados: Lignum. Desde 1945 la empresa tuvo un cambio al intervenir otros accionistas, entre ellos: Manuel Gómez Morín, fundador del PAN y del Banco de México; Federico Gonzalez, presidente del Banco de Londres y México; Maximino Michel, accionista del Puerto de Liverpool y Herman Fleischman, entre otros. El auge de las empresas madereras se da de 1945 a 1965. Sin embargo habría que establecer que en el año de 1951 se iniciaron en las empresas de este grupo una serie de inspecciones comerciales que derivaron en la salida del Ing. Medina Vidiella y el inicio de la decadencia del grupo. Cabe destacar que Colonia Yucatán fue un pueblo que contó con casino, iglesia, servicios médicos conformándose así un lugar propio para la convivencia humana. Ese emporio lentamente se fue extinguiendo.
