Por siglos las mujeres estaban arraigadas en las labores del hogar, la costura o, en algunos casos, en   ser maestras. El emprender no era su función, aunque algunas trabajaran en los negocios de la familia. Inclusive las hubo que se ocupaban de las haciendas de la familia. Mención especial tienen que merecer las mujeres inmigrantes sirio libanesas que trabajaron en pequeños negocios con gran entrega. Merece una alusión significativa doña Anita Sosa de Méndez quien empezó hace más de cien años a elaborar y vender sus recados; esa compañía, ya en otras manos, ha crecido hasta pretender conquistar el mercado de los Estados Unidos honrando a su fundadora con el nombre: Doña Anita. Otro caso emblemático, digo de admiración, es el de  doña María Anjul Tanús, inmigrante libanesa que llega a Yucatán sola y se abre paso luchando con  valentía hasta traer a sus hijas y sus familias, se trata de la abuela de los hermanos Abraham Daguer. También hay que mencionar a doña Margarita Betancourt de Sánchez, comerciante en el ramo eléctrico, que se destacó como líder de la Cámara de Comercio. Delty Vargas que fundó la Pastelería Delty. Dos nombres son representativos: Martha McGregor y Aurorita Cervera que crearon dos casas comerciales de vestidos. Martha trabajó con una energía  admirable creando toda una institución en la historia de Yucatán. Otro caso especial es el de doña Sara Dominguez de Martinez que viuda se hizo cargo del negocio de distribución de azúcar que tuviera su esposo, don José Martínez Cue; al mismo tiempo ocupó un lugar en el Banco de Comercio de Yucatán, institución fundada por su marido. Doña Sarita fue hija de don Alvaro Dominguez Peón, una de sus hijas María Teresa Martinez Dominguez también es una destacada empresaria. Teresita Borge Manzur ha sido relevante en la industria turística. Tere Cazola y Beatriz Gómory Correa son otras empresarias distinguidas entre otras tantas que en los últimos años han demostrado una gran capacidad emprendedora.