Nací en una Mérida sin agua potable, sin semáforos, con muchas calles sin pavimentar y de doble sentido. Mi queridísima nana Mirca me llevaba al mercado en coche de caballo. Meses duraban  las calles en encharcadas por las lluvias. Sin embargo iba yo en mi patineta desde La Reforma hasta ABC , enfrente de la Plaza Principal, a comprar planillas. Muy poca gente tenía auto y teléfono . Todos íbamos al colegio en camión, en las nostálgicas rutas 52 Norte – Itzimná que se paraba en el Pasaje de la Revolución y la nobilísima Tapetes. “Esquina, bajan !!!” Era el grito de aviso. Al bajar por la puerta de atrás se producía otro: “Ya cayó !!”. Jugué quimbomba y futbolito de tres piques en la calle.  Pero pasé mi niñez en calles con baches, como si nos hubieran bombardeado. Mucho tiempo la ciudad convivió con las zanjas del agua potable. Eran un verdadero riesgo. Una vecina de mi casa salió para irse a bañar, por menesteres de agua caliente, a casa de su hija que estaba a la vuelta. La mala fortuna quiso que callera en una zanja rebosante de agua de lluvia ya enlodada. En todas las formas posibles tratábamos de sacarla. Pero la tarea era titánica: la señora no levantaba las piernas. Confesó su drama: bajo la bata no tenía nada. En muchas calles no había “luz mercurial” : vivíamos en las tinieblas. El tiempo no dice “voy a pasar ” o “estoy pasando”, dice : “ya pasé”. Solo los hombres sabios saben llevar el ritmo del tiempo. Lentamente empecé a ver e mi ciudad muy limpia; contemplé las calles sin baches, palabra que mis hijos vinieron a conocer gracias a la administración de Angélica Araujo. Me asombraron los parques arbolados , las nuevas avenidas , la luz luminosa. Peregrino en mi ciudad: recorría su centro histórico y sus colonias con asombro. Alguna vez , en la ciudad de México, nos topamos con un árbol en la calle ,y dije : “ ¿Pero cómo es posible esto?”, dije. Mis acompañantes se carcajearon: “Eres un meridano, a nosotros esto nos preocupa, nos preocupa la seguridad”.  Mérida es un museo arquitectónico en el que se pueden ver muchos estilos: colonial, siglo XIX, neocolonial, californiano, art decó, neomaya, funcionalista, tardomoderno, postmoderno y minimalista, entre otros, porque también hay sus rarezas que dan sabor. Hoy se puede contemplar todo eso porque la ciudad es otra . Un prodigio: la combinación de la traza radial con la reticular, caso único en el país. Esto ha sido posible , en mucho, por las administraciones panistas. No se puede negar que hubo excelentes alcalde priistas: Cervera Pacheco, Herbé Rodríguez Abraham y el mismo Federico Granja Ricalde, entre los más recientes. También hay que decir que nos falta y mucho. El acierto de los panistas se basa en un punto: atienden a todos , tratan de servirlos y los incorporan a las decisiones. Las nuevas generaciones de priistas parecían vivir con un problema de comunicación: no hablaban con nadie o con muy poca gente. Se empeñaron en hacer el llamado “paso deprimido”, destruyendo una de las dos mejores esquinas de la ciudad. Esa esquina era una sonrisa de Mérida a los que transitaban por ella: no había semáforos y todas las casas que rodeaban la glorieta no tenían bardas. A golpes se hizo el proyecto. Tuvimos los males de Veracruz y Quintana Roo: muertes de niños por falta de medicamentos y una mafia inmobiliaria que horroriza: el Estado garante de la justicia se va contra  ciudadanos al proteger los despojos.  Si el PAN es fiel consigo mismo puede lograr un transformación en el Estado: salud, educación, pobreza , certeza jurídica, moralidad en la administración pública, etc. Más de la mitad de los yucatecos no votaron por el PAN, de ahí que se requiera un trabajo de legitimación. La democracia moderna proviene del Reino Unido, Francia y , desde luego, los Estados Unidos.  En el siglo XVII las ideas empezaron a cambiar y en el XVIII las cosas fueron diferentes, ya hay casi una ciencia de la política y la administración pública: el PAN tiene que legitimarse en los hechos y el PRI entender que solo perdió una elección, no el poder. Hay una forma de poder en la oposición, cuando se sabe estar de pie. Se recibe con esperanza este cambio , como todos. Hay ilusión por los que llegan y por los que se quedarán en la oposición, éstos pueden darle mucho a la sociedad.

POR GONZALO NAVARRETE MUÑOZ