Por Gonzalo Navarrete Muñoz | Publicado en Línea Recta | Septiembre 2015
Mi trato con Ana Rosa nunca pasó de los saludos y alguna conversación, sin embargo he tenido la impresión de que fue una mujer que encaró los grandes problemas de la ciudad y se entregó a solucionarlos. Sus resultados no fueron los deseados pero la gente le reconoció la voluntad y la energía, condiciones que se sumaban a su atención a la gente. Sus dos períodos contribuyeron a construir la Mérida que hoy se revela como la mejor ciudad de México.
A Luis Correa Mena lo conozco desde niño, menor que yo un par de años fuimos al mismo colegio. Mi admiración y respeto por el Lic. Víctor Manuel Correa Rachó y su esposa doña Sarita Mena, la mujer más linda de Yucatán, se prolongo en sus hijos, particularmente en Luis. Violando con prepotencia todas las normas jurídicas se construía un inmenso centro comercial en las inmediaciones de mi casa. Los vecinos protestamos y acudimos al alcalde, nuestro viejo amigo Luis Correa. Nos recibió en su oficina en el Palacio Municipal. Nos oyó con atención y nos pidió ir a ver a Rommel Uribe Capetillo, director de Desarrollo Urbano, a su oficina en La Mejorada. Ya nos disponíamos a salir cuando recibió una llamada, presa de la contrariedad colgó el teléfono con aspavientos que nos turbaron. Horas después, reunidos en la oficina de Uribe, asistimos a la vieja liturgia de las explicaciones tras los hechos consumados y de frente al poder del capital. Correa llegó y la discusión subió y con ella las voces. Luis en un giro desafortunado dijo: ya se les sirvió dejen de ladrar. Me puse de pie y solo alcancé a decir: Chivo por favor. Se sentía el ambiente tenso al límite. Roger Roche se interpuso y dio una explicación: estamos un poco nerviosos. Recuerdo la cara de asombro de Rommel que no se levantó de su silla. Salimos de la oficina y los que protestábamos nos fuimos a Los Almendros por una cerveza que nos serenara los ánimos. He oído que se dice que Luis es un hombre soberbio, no logro ver ese rasgo en él. Me parece que su situación es otra, creció enfrentándose al régimen y en ese sentido es un individuo de lucha, de respuestas rudas. Luis hizo su parte para la construcción de una ciudad para vivirse. Es un pérdida para el PAN y para la vida pública que Correa Mena se haya retirado. Quizás para él también haya sido un equivoco, dotado como está para la vida pública.
A Patricio Patrón lo conozco desde niño. Su madre y la mía están unidas por una entrañable amistad desde el colegio, amistad que ha perdurado a través de la larga vida de las dos. Bien asesorado, Patrón Laviada hizo una administración creativa y con mucha visión de servicio. Capitalizando el trabajo de sus antecesores se dio a la tarea de trazar una nueva ciudad. Sin recursos abundantes logró muy buen nivel de servicios públicos y cautivó a la ciudadanía con el trabajo en los parques. Como sus antecesores Patrón Laviada destinó buena parte de su tiempo para atender a la gente, oírla y participar en sus actividades. Varias veces conversé con él en su oficina. Me quedaba claro, Patrón Laviada recibe la herencia de aversión a la revolución y sus excesos. Su familia perdió sus haciendas por el ímpetu del agrarismo. También sufrieron la persecución religiosa que los extravíos revolucionarios emprendieron. Eran años de soportar agravios, hasta físicos, como la paliza que recibieron sus tíos los legendarios doctores Laviada Arrigunaga, hombre nobles donde los hay. Negado para la estrategia solo oía a un reducido grupo a la cabeza del cual estaba su primo Hugo. Algo de misticismo hay en Patricio que sentía que estaba cumpliendo un destino trazado. En cualquier caso lo salvaba, y lo salva, su proverbial sencillez.
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Cuando Xavier Abreu llegó a la alcaldía ya estaban puestas las sólidas bases en: servicio públicos, embellecimiento de los espacios públicos, la traza radial de la ciudad y las vías de conectividad, la atención personal a la ciudadanía y el orden financiero y administrativo. Abreu Sierra contó con la colaboración de Domingo Rodríguez Semerena, el mejor promotor cultural público de los últimos años que logró tanto el espectáculo como el rescate y difusión cultural. El serio trabajo de Domingo Rodríguez vistió la adminsitación de Xavier y le dio una proyección muy importante a la ciudad que fue nombra Capital Americana de la Cultura. La ciudad ya se había rescatado a si misma y los meridianos estaban felices del esplendor de esta ciudad-estado.
Manuel Fuentes Alcocer prosiguió con las lineas trazadas y tuvo una aportación que marcó en más de un sentido su administración: los ambulantes fueron retirados de las calles. Quizás el número de ambulantes no sea un indicador de la deshonestidad de los gobiernos municipales, pero donde hay irregularidades hay corrupción. Fuentes Alcocer hizo un gobierno de una absoluta honestidad y de un gran espíritu de servicio continuando con la labor realizada por sus antecesores.
César Bojórquez fue heredero de la tradición que la población, débil de memoria como es, empezaba a olvidar. Bojórquez prosiguió con las lineas trazadas, sin embargo adolecía de tacto y a menudo llegaba hasta la mofa de sus interlocutores. Tengo para mi que padeció a varios de sus colaboradores que ya habían empezado a actuar con rasgos patrimonialistas y que le daban mala información a su jefe pasando por encima de él. Este fue el caso de Lolbé Carrillo que hacía y deshacía a su antojo. Mujer de incuestionable honestidad ha tenido que pagar en exceso su tendencia a administrar los asuntos públicos como si fueran suyos. Es absurdo que se le castigue frente a tanta y tan grotesca impunidad de que gozan los verdaderos saqueadores del erario público. El caso de Rommel Uribe en esa administración fue sorprendente: convocados para un comité para las fiestas del bicentenario de la independencia fuimos reunidos en los altos de El Olimpo, en el grupo estaban Sara Poot, Agustín Monsreal y hasta don Armando Manzanero, entre otros. Se decidió que Luis Ramírez Carrillo fuera el presidente. En público Rommel Uribe, oficial mayor, anunció que se disponía de un presupuesto de nueve millones de pesos. Nunca se nos volvió a convocar, las buenas o las malas razones guardadas para ellos no se hicieron públicas. Solo se supo de la risa burlesca del señor oficial mayor. El gobierno de César Bojórquez es el único gobierno panista que se vio envuelto en un escándalo de corrupción que comprometía al alcalde por la cercanía. Cecilia Flores, su jefa de comunicación social, se vio envuelta en asuntos turbios de fuentes cantidades de dinero y de tráfico de influencias. Procesada y encarcelada, los cargos hechos a Cecilia no afectaron a César Bojórquez de quien nadie puede dudar. El último día de su gobierno, en un alarde de desconocimiento de la historia de la ciudad, Bojórquez inaugura la estatua de los Montejo en el inicio del Paseo que lleva el nombre del conquistador. Esa fue la manera de festejar el bicentenario de la independencia en la capital de los blancos: develando una estatua para los conquistadores. Este pasaje confirma la naturaleza conservadora del PAN y su desprecio por la historia de la ciudad. A pesar de todo esto, que no es poco, Bojórquez goza del cariño de la ciudadanía, desde luego que mucho más en los barrios populares a los cuales tanto atendió personalmente de acuerdo a la tradición de los gobiernos panistas.
Angélica Araujo llevó al PRI nuevamente al Palacio Municipal. Mujer sensible y cálida, enemiga de la intransigencia y las bravatas, incapaz de orquestar maniobras para perjudicar a alguien, encabezó una administración casi dramática. Alguna vez le expuse mis impresiones sobre ella a Dulce María Sauri y lancé la hipótesis de que ella no condujo ninguna de las embestidas que se le atribuían a su gobierno. Dulce citó una frase bíblica demoledora: Dios escupiría a tibios, que son peores que los activos.
Renán Barrera Concha hizo un gobierno extraordinario, revirtió la situación en que se encontraba la ciudad: baches, malos servicios, abandono de muchos espacios públicos y un desquiciamiento en las finanzas y la administración sus logros a la vista están. El asunto de las luminarias es un pasaje más de la lucha contra la corrupción que exhibe a dos de los pilares sobre los cuales descansa los que quieren establecer a la corrupción como sistema: algunos miembros de la iniciativa privada y el poder judicial. Mauricio Villa llega a la alcaldía con la fortaleza y el reto de la tradición panista en la ciudad de Mérida. Es un nuevo exponente de lo que algunos llaman la era Azul y Oro de nuestra ciudad. Esa ciudad que asombra a todos y que invita a vivirla.