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Cuba es un país original. Toda la fuerza de las Antillas y la belleza de la arquitectura colonial hispánica, barroca y clásica, conviven en armonía. La magia de África y las luces y sombras de los Estados Unidos, tan vinculado con una de las islas más famosas del mundo, han influido en su historia hispánica. La sabrosura de todos los sentidos y la poesía y vida de José Martí la definen. Claro: Nicolás Guillén le canta a su pueblo, a su raza. Todo en Cuba es leyenda, fábula de mar que se enciende con el sol y revive con las estrellas. Cuba no duerme, el día que lo haga se acaba.

En medio de todo esto nace La Bodeguita del Medio, en plena Habana Vieja. Bodeguita es como decir tienda, y apenas hay que aclararlo: las tiendas deben estar en las esquinas. Pero esta tienda estaba a media cuadra, de ahí lo “del Medio” que se consagró en sustitución de su nombre original La Complaciente. Las bodeguitas servía comida pero ésta se empezó a distinguir por su menú tras haberla comprado don Ángel Martínez. Quizás a esta súbita fama haya contribuido la cocinera: Silvia Torres, “La Chata”, experta en las delicias de la cocina criolla cubana. En toda América Hispánica, menos en México, la cocina criolla es la regional, la propia del lugar. Para los mexicanos la cocina criolla es la española redefinida en el país.

El vecino de La Bodeguita del Medio, Feliz Ayón, un impresor , solía hacer sus comidas en el nuevo y gozoso restaurante. Corrían los años cuarentas del siglo pasado cuando La Bodeguita del Medio empezó a cobrar su bien ganada celebridad. El vecino impresor salió a un largo viaje y pidió que le guardaran su silla. Pero el destino es cumplido aunque no haga promesas: Feliz Ayón murió. Así La Bodeguita colgó su silla que hasta hoy se guarda en todas las sucursales del mundo.

Otro personaje que forjó el mito de La Bodeguita fue Ernest Hemingway que hechizado por la Isla de Cuba fijó su residencia allá. Hemingway escribió en su finca cubana al menos una obra : El Viejo y el Mar, todo un portento en la historia de la literatura universal. Hemingway ha hecho famoso un coctel que se sirve hasta hoy en La Bodeguita: el Mojito Cubano. El autor de París es una Fiesta escribió: “Mi Mojito en la Bodeguita y mi Daiquirí en La Floridita”.

Hay que decir que el Mojito tiene su origen en Campeche, cuando éste era parte de Yucatán, en los tiempos de La Colonia. En aquellos años se le llamaba Dracs y lo consumían con esmero los británicos de Belice y de La Laguna de Términos hoy Ciudad del Carmen. Se trata de lo mismo: ron, azúcar y hierbabuena, todo agitado por una “cola de gallo”: de aquí nace la palabra cocktail.

El famoso Ñico Saquito es otro personaje que hizo de La Bodeguita lo que es. Ñico es el autor de una canción conocida en todo el mundo: María Cristina me Quiere Gobernar. No se puede prescindir de el “poeta nacional de Cuba tras La Revolución”, Nicolás Guillén, quien le dedicó un poema a La Bodeguita:

La Bodeguita es ya la bodegona,
que en triunfo al aire su estandarte agita,
más sea bodegona o bodeguita
La Habana de ella con razón blasona.
Hártase bien allí quien bien abona
plata, guano, parné, pastora, guita.
Mas si no tiene un kilo y de hambre grita.
No faltara cuidado a su persona.
La copa en alto, mientras Puebla entona
su canción, y Martínez precipita.
Marejadas de añejo, de otra zona.
Brindo porque la historia se repita,
y porque es ya la bodegona,
nunca deje de ser La bodeguita.

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Acostumbrado a la cocina cubana de Versalles, tan legítima y tan exquisita, visité La Bodeguita hace unos días. En Mérida ya no ha de ser del Medio sino del Periférico, por encontrarse a unos metros de esta arteria en su cruce con la avenida García Lavín. Pedí unas Mariquitas, lascas de plátano, y una porción de mojo de ajo. Los dos me conquistaron a medias. Las Mariquitas no gozaban de cabal textura y el mojo de ajo era abundante en cebolla, lo que perturba el sabor original. Desde luego que proseguí con el Congrí, que es un arroz especiado y con tocino que, aunque no tenía yuca encima, tenía la categoría de sublime sin más definiciones. Congrí es una voz de origen africano y alude a nuestro arroz. Los cubanos han hecho una obra de arte con este plato. La carencia de la yuca le disminuye legitimidad a la receta pero no primor. El gerente me informó que la yuca no se acepta en otras partes de México como en Cuba. Estoy seguro que nosotros seremos una excepción. Pedí también unos Tostones con puré de boniato (camote) y camarones. Salvo que nuevamente el plátano no me sedujo del todo, el plato estuvo sabroso. Probé el Pollo a la Naranja que estuvo suculento en toda forma. Me dejé ir sobre la Vaca Frita que también es de primera entre lo primero donde lo hay. La pierna de lechón también es fascinante. Tengo mis dudas de que se estén respetando las recetas recopiladas por Nitza Villapol, la gran chef cubana. Algo similar me pareció con el Mojito. Servido en un vaso cilíndrico, sin boca ancha, impide disfrutarlo cómodamente cuando la hierbabuena queda, en parte, por fuera. Lo observé y me trajeron el clásico vaso en que tomaba su Mojito Hemingway, autor de cuentos tan cautivadores como La Breve y Feliz Vida de Francis Macomber y Los Asesinos. No llegué a probar los Casquitos de Guayaba rellenos de queso que probaba con delectación en Puerto Antonio, en Miami. Pero mis objeciones no pueden nada frente a lo violentamente sabrosa que es La Bodeguita del Medio.