Señor Representante del Gobernador.
Señores representantes de los Poderes del Estado.
Alcalde Renán Barrera Concha
Señores Regidores
Señoras y Señores
Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo
para cortar a la epopeya un gajo.
Suave Patria, vendedora de chía:
quiero raptarte en la cuaresma opaca,
sobre un garañón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.
Yo soy indigno de sentir a la Patria en estos originales y hermosos versos de Ramón López Velarde. Por aquello del rapto o quizás porque nunca he probado la chía y por ahora no se me antoja. Ciertamente estoy seguro que en la carencia de emoción patriótica nada tienen que ver los tiros de la policía ni los de los de los otros.
Pero si yo digo:
Mi tierra es mía
Mía es el agua fresca de los pozos tranquilos
Y el agua honda de los cenotes encantados;
mío es el cielo en que el sol de mi linaje
resbala calentando el día,
y en que la noche enciende sus luceros
desde donde me ven los ojos de mis dioses antiguos.
Mi tierra es mía y de mis hermanos,
los que nacieron de nuestra misma madre
y vieron crecer en sus caminos la marca de sus pies,
y hablaron en la boca y en el corazón de su propia lengua
y supieron, sin aprenderlo, el secreto de su espíritu.
Yo en estos versos de nuestro Antonio Mediz Bolio si siento a la Patria. Siento todo ese vasto tiempo que se acumula y se resume en los instantes de cada uno de nosotros. Veo los millones de rostros en que descubro mi propio rostro. La historia es hija de la geografía, pero a menudo las fronteras son producto de la fuerza de los cañones y son indiferentes a las razas y los pueblos. Estos incidentes existen en el mundo entero y se deja a las sabias fórmulas de la convivencia humana la solución. La Conquista y su consecuencia La Colonia nos unió a la entonces Nueva España de la que nació México. Nosotros estábamos hermanados, o al menos más cercanos, con lo que hoy es Centroamérica. Nuestros recelos modernos hacia el altiplano nacen con la conquista de Yucatán, para la cual Montejo trajo indios mexicas que se asentaron en el recién fundado barrio de San Cristóbal. Sin embargo la relación laboriosa de la capital y la provincia no empieza en ésta como se cree generalmente. Hasta hoy el escudo nacional es el escudo de la Ciudad de México. Tal cual se lo mandaron a Tenoch: “Ahí donde veas una lago y en el lago un nopal con un águila devorando a una serpiente ahí fundas tu ciudad”. ¿Qué tienen que ver Sonora, Sinaloa, Zacatecas, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz con el escudo de Tenochtitlán? ¿Qué tenemos que ver nosotros? Ahora, al paso de los siglos, nos une mucho: es nuestro escudo, es el signo de identidad de nuestra Patria. El mismo nombre del país es el nombre del pueblo que habitaba el Valle de Anáhuac.
En especial sobre esta noche solemne se precisan algunas aclaraciones:
Con la liviandad común en estos pasajes algunos pretenden ver en el 15 de septiembre de 1821, inspiración de esta noche, una proclamación de independencia de Yucatán de la Corona Española, pero no es así. Cierto, desde el 24 de febrero de 1821 se firma el Plan de Iguala por los dos bandos encontrados y se establecen las tres garantías históricas: la Independencia de México de España, la religión católica como única y la unión de todas las clases sociales. Sin embargo no fue sino hasta el 15 de septiembre de 1821 que las autoridades civiles, militares y religiosas-incluidos cinco sacerdotes-, así como algunos vecinos, se reunieron en Mérida para discutir las noticias recibidas. En realidad las nuevas daban cuenta de los avances de los ejércitos independentistas. Tras la fatigante deliberación se produjo uno de los documentos más singulares que se han proclamado en Yucatán y que se resume en lo siguiente:
1º Que la Provincia de Yucatán, unida en afectos y sentimientos a todos los que aspiraban a la felicidad del suelo americano, proclamaba su emancipación política de la metrópoli bajo el supuesto de que el sistema de independencia, acordado en los planes de Iguala y Córdoba, no estaría en contradicción con la libertad civil.
2º Que Yucatán haría la proclamación solemne de su independencia, luego de que los encargados del poder interino en México fijasen las bases de la nueva nacionalidad.
3º Que entre tanto, y para afianzar más eficazmente la libertad, la propiedad y la seguridad individual, que son los elementos de toda sociedad bien organizada, se observasen las leyes existentes, con la inclusión de la Constitución española, y se conservasen las autoridades establecidas…
En el primer inciso se hace una declaración de emancipación de la Metrópoli con una condición: que el sistema de la independencia no estuviera en contradicción con la “libertad civil”. En el segundo inciso se esclarece con precisión que Yucatán haría la proclamación solemne de su independencia hasta que quedaran claras las bases de la nueva nación. El tercer inciso no deja dudas: declara que mientras se elucida la situación Yucatán seguirá respetando las leyes vigentes, inclusive la Constitución Española , y a las autoridades constituidas.
Bajo la lógica más elemental no se puede aceptar que la declaración del 15 de septiembre es de independencia. A lo sumo se puede decir que se protestó una intensión de independizarse de España siempre y cuando las condiciones fueran favorables a Yucatán. Para no dejar duda las autoridades declararon que en Yucatán el orden seguiría igual, respetando las leyes de la Corona. La Independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821, por lo tanto Yucatán no pudo unirse a algo que no existía el 15 del mismo mes. La declaración solemne de independencia de España se hizo el 2 de noviembre de 1821. En Yucatán nunca hubo un ánimo favorable para la independencia, tanto que hasta recelamos del acta definitiva por lo que perjudicaba nuestro comercio con Cuba que para entonces era una Colonia española. A partir de algún momento el centralismo mexicano impidió destacar nuestra declaración condicionada de la independencia, y nuestra proclamación de obediencia a las leyes españolas hecha un 15 de septiembre de 1821.
Bien claro ha de quedar que en Yucatán, como en todo lo que hoy es México, había un afán de independencia. Nosotros hemos tenido tres formas de llamar a nuestras calles: con nombres, que por cierto solo toleraron a dos héroes nacionales: Benito Juárez , en la hoy calle 66, y Melchor Ocampo, en la calle 59; la otra forma es con números y la otra por los nombres de las esquinas , originalísima forma nuestra. Todos los nombres de las esquinas de Mérida emergen en el fascinante territorio que se crea entre la leyenda y la historia. El caso de “El Monifato” tiene una relevancia especial. La presunta estatua de donde proviene el nombre se hizo en tiempos de La Colonia en honor de Fernando VII. “El Deseado” y “El Rey Felón”, fueron los motes con que se le llamó a Fernando VII quien sustituyó a su padre Carlos IV en 1808. Por eso durante los últimos años del período colonial fue el rey de España. Pues resulta que a este rey de la dinastía Borbón se le levantó una estatua que se ubicó en El Paseo de las Bonitas, hoy degradado a Calle Ancha del Bazar.
La leyenda cuenta que los artesanos encargados de la obra eran amigos de la Independencia y no veían bien a la realeza española. Así fue como a la estatua le pusieron ciertos rasgos físicos no de humano sino de un animal que parece cruza de mono con saraguato. Fernando VII, hijo también de María Luisa de Parma, tenía, según los expertos, los inconfundibles rasgos de un Borbón y esos no aparecen en la presunta estatua con la que se le honraba. Fernando VII ha sido uno de los monarcas españoles peor tratados a lo largo de la historia de España, al menos desde el siglo X. Si en España se le llamó “El Felón” en Yucatán bien pudo llamársele “El Monifato”. “El Motín de Aranjuez” se denomina a la conspiración de la cual resultó que un hijo destronara a su propio padre. Pero los franceses ya habían ocupado España. Napoleón invitó al flamante Fernando VII a entrevistarse con él en Bayona, los depuestos reyes también fueron llevados a Francia lo mismo que su favorito, el mentado Godoy. Empero el 2 de mayo de 1808 estalla en Madrid lo que se ha dado en llamar “La Guerra de Independencia Española”, antecesora de la de México. Napoleón enterado de la insurgencia española obligó a Fernando a renunciar en favor de su padre quien ya había cedido sus derechos al emperador francés quien a su vez se los traspasó a su hermano José, aquel “Pepe Botella”. A estos sucesos se les conoce como “Las Abdicaciones de Bayona”. Napoleón escribiría más tarde pasajes que exhibieron el servilismo de Fernando quien reconoció a José Bonaparte y le solicitaba al corso una mujer para matrimonio. Las descripciones de Napoleón bien pueden resumirse en el nombre que se le dio a su estatua en Mérida. Finalmente, la insurgencia de México fue un capítulo de la Guerra de Independencia de España del dominio francés. Quizás llevaba ya las aspiraciones de libertad, pero formalmente era una adhesión al controvertido Fernando VII. Ese fue el famoso Grito de Dolores : “¡Viva Fernando VII!”, lanzado por un cura con ideas liberales que se convirtió en el Padre de la Patria, convirtiendo a todos los mexicanos en hijos de un cura. Pero después de todo México ya no querían ser parte del gobierno de su Majestad Católica. En Mérida se supone que una turba enardecida arrancó la presunta estatua de “El Deseado” de su sitial en El Paseo de las Bonitas y la arrastró como muestra de repudio. El rostro de primate se averió severamente y la nariz se destrozó. Surgen algunas dudas: ¿Algún tiempo estuvo Fernando VII expuesto con cara de “papión sagrado” en una azotea? Quizás: hoy la presunta estatua del Rey Felón se encuentra en el Museo de la Ciudad. Y en una esquina de la calle 65 una copia celebre. Ciertamente El Monifato que hoy vemos no nos evoca al monarca español ni la Independencia Nacional, aunque debiera hacerlo con toda la carga mítica de esta historia.
Con espíritu más definido nos invocan las ansias de libertad Los Sanjuanistas y en forma muy especial don Andrés Quinta Roo presidente del Congreso de Chilpancingo, redactor del Acta de Independencia y esposo de doña Leona Vicario.
Tras nuestras tentativas de separación destazarón nuestro territorio. Años después, se instauro la fiesta . El Gral. Díaz cumplía años el 15 de septiembre y su cumpleaños se fundió con el día nacional aunque este día mal se puede conmemorar lo que sucedió un día después. Pero a los mexicanos nos gustan las vísperas, algo similar hacemos con la navidad: la festejamos una noche antes, quizás para que dure más la fiesta. Pero volviendo a la fundación del llamado Grito de Independencia, habría que decir que en el Estado de Yucatán se daba tras una sesión solemne como esta. Aquí se repicaban las campanas y se lanzaban los gritos de libertad. En los años cuarenta se hizo el cambio al Palacio de Gobierno. La razón histórica y moral de esta sesión solemne del Cabildo Meridano es proclamar que sí aceptamos que la Independencia Nacional es favorable a la felicidad y la prosperidad de todo el pueblo. No es disimular nuestra reticencia original sino por el contrario es el proclamar que México, nuestra Patria, es venturosamente libre y soberana.
Esta Patria nuestra que al triste y al infeliz dice que sí necesita amor, mucho amor para seguir siendo nuestro templo. Un hombre solo tiene una Patria : la tierra donde están enterrados sus muertos Mi tierra sigue siendo sagrada, como los huesos de mis mayores, que son polvo de su polvo. Un hombre solo tiene una patria: es la tierra en la que puede descansar su fatiga y mientras lo hace hablar con los que lo escuchan y oír a los que le hablan. Un hombre solo tiene una Patria: Es la tierra donde el sol se desvela por el y por los suyos para hacer un nuevo día.
Mexico es nuestra Patria: tres sílabas luminosas y eternas que nos describen y que hoy nos llaman. Como pocas veces en su historia esta Patria nuestra necesita de todos nosotros. Nos necesita para que el sol transparente de la paz brille para todos, para que la luna espejo del tiempo nos devuelva las imágenes de todos sin hambre y sin llanto.
Hoy diremos Viva Mexico con alegría pero también como una devota emoción. ¡VIVA MEXICO!, ¡VIVA MEXIXO!, ¡VIVA MEXICO!