Don Fernando Barbachano Peón, con su dinamismo y tenacidad, logró cimentar la industria turística en Yucatán, y es considerado el pionero en ella en la República Mexicana.
Desde una edad temprana, con un espíritu emprendedor y visionario, viajó a la ciudad de Nueva York, llegando a esa ciudad el 27 de Mayo de 1917 en el Barco “México” perteneciente a la naviera Ward Line. Desde temprana edad y con una naturalidad característica en él para las relaciones públicas, inició una relación fraternal y productiva con empresarios de esta naviera, quienes posteriormente, serían sus primeros clientes y turistas en sus recorridos por las selvas de Yucatán.
Iniciando desde 1917 lo que sería, oficialmente a partir de 1921, con la compra de terrenos en Chichen Itzá y su asociación con su suegro, el Sr. Francisco Gómez Rul, la gran incursión y promoción turística desde el puerto de Progreso y Mérida hacia Chichen Itzá.
Don Fernando, a partir de su matrimonio con la Sra. Carmen Gomez Rul, y en asociación con su suegro, Don Francisco Gómez Rul; en el año de 1925, inician la construcción del Hotel Mayaland en Chichen Itzá; posteriormente, él continuaría la del Hotel Mérida en 1940; en 1950 fundó el Hotel Hacienda Chichén, dirigió la construcción del Hotel Posada Uxmal en 1953, del Hotel Hacienda Uxmal en 1956; reconstruye el Hotel Playa de Cozumel en 1957; El Isleño en 1961, y en 1963 el Hotel Cozumel Caribe, y finalmente adquiere el control de la operación del Hotel Panamericana.
Ocupó cargos importantes que desempeñó con singular eficiencia; en 1936 fue nombrado Agente General de la Ward Line de México; fue miembro fundador de la Asociación Mexicana de Agencias de Viaje, siendo componente de la primera Mesa Directiva; Presidente efectivo primero, y después vitalicio de la Asociación Mexicana de Hoteles de Yucatán y ocupando la Presidencia de la república, el General Manuel Ávila Camacho, le fue otorgada la concesión de la construcción de la Carretera Panamericana.
En ese mismo año, creó la Fundación Maya para la conservación de los tesoros y bienes arqueológicos de Yucatán.; apasionado por la artesanía de los pueblos yucatecos, crea en Uxmal, la Aldea Maya, en donde reúne a artesanos dedicados a incrementar y conservar la tradición de los artistas Mayas en barro, piedra, pieles y fibras de Henequén.
Don Fernando fue el promotor de turismo arqueológico y cultural de Yucatán, dándolo a conocer en el mundo a través de sus ciudades coloniales, zonas arqueológicas, pueblos típicos, reservas naturales, las expresiones de los pueblos maya-yucatecos, caracterizándose por ser un dinámico embajador cultural de nuestro estado en el mundo a través de su extraordinaria calidad humana y relaciones fraternales sin fronteras.
En junio de 1964, entregó la dirección de sus negocios a su hijo Fernando Barbachano Gomez Rul, conservando la posición de consejero y dedicando su tiempo a la defensa de los bienes patrimoniales de Yucatán, siendo esta su obra predilecta.
UXMAL
En 1953 pone en operación la Posada Uxmal para que sus clientes puedan disfrutar de agua fresca, cervezas y alimentos en un ambiente agradable y limpio, con el toque mágico que caracterizaba a Don Fernando Barbachano Peón. En 1954 inaugura el Hotel Hacienda Uxmal, con extensos jardines, una huerta de árboles frutales y flores que servían para el hotel, piscina, bar, restaurantes y todo lo que pueda desear el visitante; él mismo diseña su arquitectura, pisos, herrajes y muebles.
Así mismo crea en el jardín del hotel la Aldea Maya, para que los huéspedes puedan admirar a los artesanos trabajando en el telar de cintura, elaborar tejidos con hilos de algodón y henequén, o con sus manos ágiles elaborar en barro figuras de frutas, animales, ceniceros, ángeles, reyes magos, joyeros, etc., brillantemente pintados y con diseños de la Sra. Jetta Hansen de Gutiérrez mismos que hoy pueden encontrarse en todo el estado como cerámica de Ticul.
Además hizo construir las casas de los trabajadores como un pequeño pueblo pintoresco, con todas las casas bien pintadas, las calles limpias, árboles frutales y flores por doquier y se invitaba a los turistas a visitar las casas limpias.
El Hotel Hacienda Uxmal desde el principio era el más elegante de Yucatán, y con una muy buena comida, al inaugurarse se trajo un chef extranjero que introdujo platos a la Hacienda Uxmal, que eran desconocidos en Yucatán; con guarniciones bien presentadas y las mesas debidamente adornadas: mantelería de Oaxaca, vasos de vidrio soplado, artesanías y flores en cada mesa.
Son también los jóvenes que trabajaron en el hotel durante los años 50’s que exploran la región frecuentemente ya sea yendo de cacería o visitando las cuevas, o descubriendo
sitios arqueológicos como el de Mulchic. Todos ellos son jóvenes que crecieron cerca de Uxmal, ya sea de Santa Elena, Muna o Ticul, que posteriormente se integraron como parte del equipo de guías turísticos de Mayaland Tours y Barbachano Travel.
Héctor Arana Cabrera
Don Héctor Arana Cabrera nació en el pueblo de Muna, a principios del siglo XX, cuando la pequeña población apenas alcanzaba mil habitantes. La antigua casona familiar contra esquina del parque nos dice de la importancia que tuvo la familia en el pueblo, un lote grande y casona de techos altos.
Don Héctor fue, junto con Don Fernando Barbachano, quienes impulsaron las expediciones arqueológicas por la Zona Puuc.
De cara afable, pero siempre serio, cabello rizado y ojos muy azules; de estatura mediana y brazos fuertes, nada parecía preocuparle. Era un verdadero sobreviviente, como lo había demostrado durante muchos años de aventura.
De naturaleza tranquila, acostumbrado a hablar en voz baja, se hacía escuchar y obedecer sin levantar la voz. Lo recuerdo en situaciones difíciles, que para el eran cosas sencillas, como estar atorado en el camino lleno de lodo, con tábanos picándonos sin piedad y todos empujando el jeep atascado; o bien al romperse una banda del generador del jeep en medio de la nada y herramienta en mano procedía a cambiarla sin mostrar enojo ni contratiempo.
Por otra parte su hijo Luis, siempre tuvo gran admiración por su padre, socio, amigo y compañero de aventura, sabía muy bien sin tener que decirlo que dependían el uno del otro.
Fueron ellos los exploradores que llevaron a los primeros arqueólogos y turistas al buscar las ciudades mayas perdidas al sur de Yucatán y Campeche; como atestiguan numerosas cartas de agradecimiento suscritas por arqueólogos famosos y que Luis conserva como un recuerdo de pasadas y felices aventuras.
CHICHEN ITZA
Perteneciente a dos familias prominentes de la historia de Yucatán don Fernando Barbachano Peón es señalado como el pionero de la industria turística en Yucatán.
Antes de él hubo algunas tentativas importantes pero fue su suegro el señor Francisco Gómez Rul quien tuvo el talento para valorar el potencial de Yucatán en materia turística.
Don Fernando le compró a Edward Thompson la Hacienda Chichén y ahí estableció el pequeño hotel que hasta hoy se conoce con el mismo nombre y que fue atendido con esmero por su esposa doña Carmen Gómez Rul.
Don Fernando, empeñoso e infatigable, recibía a los turistas en Progreso y los trasladaba a Chichén Itzá. Su labor pionera estuvo colmada de sacrificios que dieron lugar al primer grupo turístico del estado.
Esto sería insuficiente para describir la labor de este hombre notable. Habría que decir que con su trabajo y dedicación contribuyó a Chichén Itzá fuera conocida en el mundo.
Durante la década de los años 20, la expedición Carnegie explora Chichen Itzá y Don Fernando Barbachano Peón renta para los arqueólogos y personal de este grupo de investigadores, una o dos habitaciones en la “Casa Victoria”, mientras la familia Barbachano pasa a dormir a una casita de paja, situada cerca de la cocina.
Es a partir de aquí que se inician las visitas para explorar los templos que todavía estaban siendo restaurados, surgen los primeros contactos sociales entre los arqueólogos y los paisanos, que también estaban felices de platicar en su lengua y compartir sus usos y costumbres con otras gentes: se hacen amistades y se establecen lazos fraternales.
Se da inicio así al turismo arqueológico, se emprende una nueva industria basada en el turismo cultural que incluyó a las comunidades Mayas, al patrimonio y legado histórico de las zonas arqueológicas en donde los turistas se interesan en Yucatán.
Sus huéspedes, no solo se convertían en clientes frecuentes, sino que también recomendarían esta escala arqueológica matizada de colores, sabores, una lengua maravillosa y enigmas grabados en las piedras aun por descifrarse.
La Casa Victoria no tenía luz de noche, excepto por la planta eléctrica de gasolina que poseía la expedición Carnegie, las lámparas Coleman y de gas morado eran la única posibilidad de alumbrarse en la casa de huéspedes.
Doña Victoria es la cocinera de la expedición y ayuda a todos. Puede cocinar, lavar, planchar y limpiar todo el día.
Con el paso de los años La Casa Victoria se volvió insuficiente y a finales de 1930, por medio de Don Fernando Barbachano Peón, el hotel Mayaland Lodge abre sus puertas para hospedar a su creciente clientela.
En 1940, Don Fernando adquiere en remate público la Hacienda Chichén Itzá. La Casa Victoria continúa operando hasta que, ya cansada, la señora va a Mérida a pasar sus últimos años de vida en el barrio de La Ermita. Los hijos de Doña Victoria naturalmente crecieron y vivieron en Chichén Itzá, el mayor, Alfredo fue guía de turistas toda su vida,
Carlos trabajó para la expedición Carnegie y María se casó con otro guía de turistas de nombre José Rubio.
Don Fernando, establece la empresa Barbachano Travel Service, que operó inicialmente desde Progreso. La visita de Chichén Itzá debía durar 5 o 6 días, hasta el próximo barco; en estos años Uxmal es casi desconocido, no existe carretera, y llegar hasta allá significa un largo viaje, y todavía no había personal capacitado de confianza para hacerse cargo de los turistas aun.
Así que para permanecer en Chichén Itzá por casi una semana, Don Fernando requería ser creativo, ofreció a los turistas visitar vestigios y cenotes alejados a caballo, visitar los casas donde la gente solo hablaba Maya y como parte de una experiencia cultural, permitir que los visitantes aprendieran de los usos y costumbres de nuestro pueblo, de forma autentica.
Muchos de estos visitantes participaron en bodas y bautizos, fueron padrinos de “hetz mec”, y visitaron nuevamente al ahijado en futuras visitas.
Al adquirir Don Fernando Barbachano Peón la Hacienda Chichén y anexas, se empieza a construir el Hotel Mayaland Lodge, que inicialmente consistía en el lobby y un largo comedor que conduce a la recepción, bar y el gran comedor.
Sobre esta construcción construyó un piso con 7 cuartos; posteriormente se construyen los primeros Bungalows, el Palenque, Labná y Sayil; desde el inicio de la construcción se sembró un inmenso jardín, y a través de él que se conducía a los clientes.
La entrada estaba, como hasta en estos días, flanqueada por dos inmensos árboles de Pich; se plantan Tulipanes, Bugambilias, Palmeras reales, Jícaras, Mameyes, Zaramullos, etc., pero los Zapotes y el Chaká eran los árboles que maravillaban a los viajeros; el primero cuando se les explicaba a los visitantes que de éste árbol se extrae el chicle o Chewing Gum; y el segundo porque su nombre en inglés Baba Wood, es muy conocido por la manufactura de muchas cosas útiles.
Así un inmenso mar de vegetación en continuo crecimiento rodeaba el entonces pequeño Hotel y sus Bungalows.
Gradualmente se hacen mejoras, para la mayor satisfacción de los turistas y para 1950 se inaugura la piscina, entonces el gran lujo del Hotel, y lugar favorito de los visitantes para refrescarse después de los tours, el mesero iba y venía constantemente al lugar de reunión después de las visitas.
Durante esos primeros años la esposa de Don Fernando, Doña Carmen Gómez Rul Castillo, tiene una presencia constante en el hotel, quien con la colaboración de algunas damas de Mérida: Consuelito Rivas, Dolores Aznar y Rosario Aguilar, operaron puntualmente la parte administrativa, que fue desde las compras, los arreglos florales, las tiendas, bar, restaurante y oficina.
La familia Barbachano inaugura el aeropuerto de Chichén Itzá al que llegaban diariamente vuelos de Cozumel y Cancún. Es durante estos años que la ciudad mágica de los Itzáes alcanza su “boom” turístico.
Poco antes de fallecer en 1964, Don Fernando Barbachano Peón, en sociedad con su hija Carmen Barbachano Gómez Rul establece su segunda agencia de viajes, Mérida Travel, de la cual va a ser su gerente.
El Hotel Mayaland siguió creciendo y el nuevo edificio de 3 pisos paralelo a la antigua carretera se inauguró aproximadamente en 1966. El turismo masivo empieza a llenar el hotel desde entonces y ya bajo la dirección de su hijo, Fernando Barbachano Gomez Rul, hasta el surgimiento del desarrollo turístico de Cancún, donde se inauguró la sección de lujo llamada “The Lodge at Chichen Itza” de parte de su nieto y actual presidente corporativo del Grupo Mayaland, Fernando Eugenio Barbachano Herrero.