En Grecia está el origen de Occidente, o mejor dicho un de sus orígenes. El otro está en Palestina, cuna del Cristianismo. Roma fue la heredera de Gracia e hizo un imperio tremendo. De Grecia proviene lo que se ha dado en llamar “Ordenes”, que básicamente son tres: Dórico, Jónico y Corintio. Los Ordenes Clásicos se distinguen por sus tipos de columnas y sus frontones.

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Como podrá notarse hay una evolución en estas columnas que va de la sencillez de la dórica a lo recargado de la Corintia. Los romanos fueron prácticos y por eso optaron por una variedad más sencilla: la Toscana aunque, desde luego, concibieron una columna compuesta:

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El frontón también tuvo sus evoluciones primitivas y otras ulteriores. El triangular y el redondo son los clásicos romanos:

 

Roma creó un territorio que abarcaba sus dominios: La Romania, en ella surgieron las “lenguas romances” y se implantó la arquitectura clásica greco-latina. Roma mostraba su poder haciendo grandes edificios con columnas y frontones. En parte la tragedia que vivía el pueblo de Israel, en los tiempos de la dominación romana, es que el sagrado templo donde habitaba el Espíritu de Dios estaba profanado por la arquitectura romana y la presencia del águila distintiva de las legiones del César. En la historia de la humanidad hay generaciones de “ruptura” y otras de “restitución”. La Edad Medio rompió con la arquitectura greco-latina, ensayó sus diseños y creó un emblema: la arquitectura Gótica. El Renacimiento volvió la mirada a la antigüedad clásica: Grecia y Roma fueron una inspiración para las grandes obras que se empezaron a dar en Florencia y de ahí a gran parte de Europa. Mérida se funda en 1542 cuando El Renacimiento palpitaba por los años fundacionales, sin embargo los frontones triangulares fueron escasos en nuestras construcciones pobres en arcos y columnas, al menos en los dos primeros siglos coloniales. El siglo XVIII fue de ruptura. Las ideas políticas de los filósofos británicos cobraron un inusitado vigor en Francia y se gestó La Ilustración. Pero el siglo XIX fue de “restitución” se volvió a la arquitectura clásica. Volvieron aparecer las columnas de los órdenes y el frontón con diversas variedades, los almohadillados y otros tantos elementos. La Casa de Montejo posee un encanto en relación a este cruce de siglos:

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Este grabado nos muestra la fachada de la Casa de Montejo con un frontón triangular de estirpe clásica: una muestra de poder que se da en una construcción hecha en El Renacimiento. A mano de derecha vamos apreciar las ventanas verticales rematadas por un frontón mixtilíneo, que puede acusar una influencia árabe, y que prevaleció en los tiempos de La Colonia en la casa del fundador de Mérida.

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En esta imagen vemos el lado derecho ya restaurado en el siglo XIX y vemos la aparición de un frontón angular abierto en el centro. Se trata del mismo elemento pero entendido con tres siglos de diferencia.

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En esta imagen del siglo XIX pero anterior al “afrancesamiento” podemos advertir un pequeño frontón sobre el Palacio de Gobierno. Es posible que las Casas Reales tuvieran ese detalle aun cuando sea en forma muy discreta.

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Ya para cuando el Ing. David Casares remodeló, con aires del Neoclásico, el Palacio de Gobierno muestra un frontón angular y frontones abiertos también en las ventanas.

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La Catedral muestra un pequeño frontón adintelado, pero ninguno más, a pesar de la importancia del templo.

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Sin embargo, La Mejorada, construida siglos después, si muestra tres frontones: uno en el pórtico, otro sobre la ventana del coro y uno en el remate. Algo notable, aunque no es un templo renacentista.

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El Palacio Municipal, antes de su última remodelación mostraba un pequeño frontón sobre un cuerpo. Era como decir: “Aquí se manda, pero no tanto”.

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Sin embargo, ya hecha la última remodelación, el frontón pequeño desapareció, dando paso un nuevo elemento ornamental.