Felipe Carrillo Puerto

Felipe Carrillo Puerto

SU ACTUACIÓN REVOLUCIONARIA

Otra aparente inconsistencia la constituye el hecho de que Alma consigne la labor de afectación agraria de Carrillo Puerto, labor que no llegaba a la hacienda Chichén y los excesos que según ella misma conoció cometía Thompson, a quien Felipe llamaba «mi amigo». La militancia de Felipe en el Zapatismo nunca ha estado muy clara como lo afirma Alma en su autobiografía, al punto de asegurar que Carrillo Puerto realizó un compromiso con el Atila del Sur par el reparto agrario en Yucatán.

Alma habla de haciendas que poseían más 6.5 kilómetros cuadrados, no esclareciendo que en Yucatán no hubo latifundios: en 1899 en el estado existían 1265 haciendas, es posible que para 1923 el número fuera mayor. Alma Reed, como otros tantos hasta la fecha, sostiene que Felipe fue una víctima de la oligarquía yucateca. No ha faltado quien diga que Ricardez Broca envió una lista de quienes aportaron dinero para ultimar a Carrillo Puerto. No es fácil aceptar el planteamiento: ¿por qué había que mandar a matar a un hombre que estaba huyendo, como era del dominio público? Es posible que se le haya producido el desperfecto a la lancha en que huía Carrillo Puerto pero algunos testimonios han sostenido que, a pesar de esto, tuvo el tiempo para huir hacia la selva de Quintana Roo y no lo hizo. No se puede eludir: la muerte de Felipe está envuelta en enigmas que de ninguna manera se resuelven con la aparición de este valioso documento.

LA RELACIÓN AMOROSA

Los hombres, salvo algunas excepciones, somos rústicos y poco creativos para enamorar. Las mujeres son justamente lo contrario. Felipe le repitió a Alma la vieja historia de la soledad, del desamparo sentimental en que se encontraba y tras esta supuestas confesiones provenían las declaraciones de amor. Empero, a la vista está: Carrillo Puerto no era un seductor avezado, no era un hombre frívolo, si lo hubiera sido la historia sería diferente, pues él hubiera manipulado la situación de forma distinta. Alma sostuvo que Felipe estaba separado de Doña Isabel. ¿Nunca supe que fue precisamente doña Isabel quien acudió a don Carlos R. Menéndez González para solicitarle sus ayuda? Cierto, en atención a la posible injusticia, a la antigua amistad que los unía y a la petición de doña Isabel el señor Menéndez sí hizo algo por la vida de Felipe: mandó un cable a don Juan Malpica, director del Dictamen de Veracruz para que éste interviniera ante Adolfo de la Huerta y se respetara la vida de Carrillo Puerto y sus acompañantes. Así lo hizo don Juan y don Adolfo envió el cable solicitado. Pero todo fue inútil, el miedo de Ricardez Broca fue mayor y procedió hasta culminar un crimen ominoso. Los restos de Felipe Carrillo Puerto están en el Cementerio General y enfrente están los de Alma Reed, quien quizás nunca quiso saber que Carrillo Puerto usando su posición hizo aprobar una ley que permitían el divorcio sin que una de las partes se enterara, y que él así se había divorciado de doña Isabel, momentos antes de salir a contraer nuevas nupcias con su lindísima Almita.

Que en los años veintes las joven y enamorada mujer haya creído algunas versiones es comprensible, pero que haya permanecido fiel a ellas hasta los años sesenta es otro enigma, pera el cual Elena Poniatowska nos brinda una respuesta: a pesar de coincidir con asiduidad en un elevador Elena nunca se atrevió a dirigirse a Alma, pues ésta siempre iba como en trance cantando alguna canción, es posible que la canción haya sido la misma de siempre: «Peregrina de ojos claros y divinos…»

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