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Parece ser que existe una reciente omnipresencia del gobierno de Quinta Roo en la vida pública de Yucatán. En el pasado las cosas fueron distintas. El hoy estado de Quinta Roo formó parte de Yucatán hasta los albores del siglo XX: el 24 de noviembre de 1902 se decretó la creación del Territorio Federal.

Ciertamente las tierras de la nueva entidad federativa fueron entregadas a un grupo de personajes importantes de aquella época, entre ellas aparecen los apellidos Casasús, Molina, Sierra y don Ángel Rivas, un comerciante significativo del Yucatán de aquel entonces. El antiguo y legendario rancho de Can Cun, que fuera propiedad de la familia Cámara, la más antigua de Yucatán, quedó en manos de los nuevos propietarios.

Es preciso esclarecer que para suspender la Guerra de Castas -que nunca ha concluido formalmente- el gobierno federal ubicó a lo indígenas en Chan San Cruz, hoy Carrillo Puerto, que derivó en ser la capital de los indios, en tanto Mérida lo fue de los blancos, de ahí la primera noción de “la ciudad blanca”.

Quinta Roo era un territorio de destinos ingratos, ahí se envío a algunos de los integrantes del grupo de los 41, aquellos que por exploradores de diferencias hacían sus fiestas unos vestidos de mujeres y los otros de caballeros y que estaba conformado por personajes de apellidos rimbombantes, incluido don Ignacio de la Torre y Mier, el yerno de don Porfirio. Este grupo, que provocó el escándalo más conspicuo de todo el porfiriato, solía reunirse en la calle de Paz en la ciudad de México y José Guadalupe Posadas hizo una grabado que tuvo poca misericordia para con lo aludidos: “Aquí están los maricones, muy chulos y coquetones…”, decía un pie de grabado.

En Quinta Roo se creó el tristemente celebre “Cuerpo de Operarios”, que era una suerte de colonia penal a la que se confinaba a los enemigos del régimen. Pero Quinta Roo poseía sus valores.

Estando Antonio López de Santa Anna desterrado en Staten Island tuvo tratos con el ingenioso industrial Thomas Adams que se interesó por la resina que solía mascar don Antonio, que no era otra más que la proveniente de los árboles del que llegaría a ser el estado de Quinta Roo. Adams pretendió sustituir el caucho con la nueva resina pero sus esfuerzos fueron vanos. Lo que si logró fue desplazar a la parafina que los jóvenes norteamericanos de aquella época solían mascar.

En 1880 Mr. William White fabricó un chicle con el nombre Yucatán, que fue el primero sabor a menta, antecedente del actual chicle que es un emblema de la vida de occidente. Se creó un ferrocarril de vía angosta para transportar el chicle hasta la costa y embarcarlo a los Estados Unidos. Lo cierto fue que en 1913 don Venustiano Carranza decretó la anexión de Quinta Roo a Yucatán, sin embargo Salvador Alvarado consideró devolverles Chan Santa Cruz a los indígenas, estableciéndose la nueva capital en Payo Obispo, hoy Chetumal.

Nuevamente el 14 de diciembre 1931 se decretó la anexión de Quinta Roo a Yucatán y Campeche argumentándose que el territorio no podía bastarse a sí mismo, lo que hoy nos suena absurdo. Pero, desde luego, el presidente Cárdenas revirtió el decretó en el año de 1935. Fue en el período del presidente Echeverría cuando Can Cun se traza para llegar a ser lo que es hoy y de esa manera generar un polo de desarrollo impresionante y un erario público estatal bien fondeado.

Ahora las noticias parecen insólitas: el gobierno de Quinta Roo tiene participación en el proceso electoral de Yucatán; parientes y amigos del gobernador del vecino estado se menciona como integrantes del gabinete del nuevo gobierno. No han faltado los que han ido más lejos asegurando que Quinta Roo pesará en nuestra vida pública.  Posiblemente estemos ante un capítulo de la misma historia, pero no creo que ahora Yucatán se anexará a Quinta Roo.