Nos citamos a comer en el restaurante Habibi, mi primera experiencia no había sido buena . Me había parecido un poco cara. Un restaurante es caro o barato en función de lo que ofrece y cumple. Pero en esta ocasión gran alumbramiento. La decoración es clásica y muy elegante, crea un ambiente para la intimidad de la mesa. La tarde se abrió con cierto lamben con aceituna kalamate, delicioso. Optamos por esa media baquette con queso y un huevo crudo se revuelve en la mesa. Esta receta es encantadora aunque ardua: hace peso. Proseguimos con kibi naye y una gallina rellena como nunca había comido en mi vida. Explicó : sabor viene de saber y cuando existe una experiencia previa se puede disfrutar un plato. Pero es el caso que esta gallina estaba rebosante de frutos secos que subliman el valor de la gallina y el arroz. Elevado el sabor así conseguido es una tierna caricia al paladar. Cerramos la exquisita tarde con un helado de lambe y una ralladura deliciosa, un poema de postre. El café turco se hizo presente en la mesa. Yo, tras la película Expresso de Medianoche tengo cierta aversión al café y al té turco. Al contrario me sucede con el café árabe de Casablanca. La conversación fue insuperable con el ingrediente preciso : el cariño de la amistad.  Sin temor a equívoco alguno : Habibi es uno de los tres mejores restaurantes de Merida.