Estuve de visita en Campeche. ¡Qué ciudad! Es un museo en el que se puede uno extasiar viendo dinteles a paño de piedra y de cal bruñida, vanos verticales con barrotes de madera y cresterías clásicas de La Colonia. Frente al histórico templo de San Román-con un solo campanario- contemplamos una casa con columnas empotradas con estrías y fustes con hojas de acanto y en el techo almenas de una fortaleza. El centro, independizado de los cables de luz, es un espacio interminable.
Yo quise comer en La Pigua pero finalmente nos decidimos por visitar La Recova que tenía una semana de haber abierto. Frente al mar , el lugar resultó espléndido. Campeche se encuentra resguardado en El Golfo de México. Sus playas no son como las nuestras que se encuentran a mar abierto. Las playas de Campeche gozan de una placidez para la contemplación. Se nos dio una mesa frente al gran cristal que permite reposar la mirada en la maravilla del mar. Abrimos la tarde con un Atún de Fuego que resultó estupendo. Casi crudo, bañado en aceite balsámico y limón, aderezado de hierbas y mezclado con cubos de aguacate es una delicia. Pedí un botella del vino argentino Malamado . Trajeron la botella y nos dieron con rubor el precio: 1 200 pesos. “Lo vendemos por copa, para los postres. La copa cuesta 120 pesos” . Optamos por un Moncayo de la Ribera del Duero que no aparecía. Tras confundirse el mesero nos trajo la botella solicitada. La mandamos poner a 18 grados en un garzón. A pesar de las botellas oscuras el manejo en el tránsito de Europa, la mala conservación y el paso del tiempo avinagran los vinos sin que parezca importarles a muchos comensales que parece que lo paladean. Yo me decidí por las Carnitas de Atún que hacen una de las especialidades del establecimiento de Mérida. Apreciable es que La Recova de Campeche no sea, hasta ahora, la cantina estruendosa, con el ambiente degradado, que es la de Mérida. También probé cierto robalo confeccionado a las brazas con aires de tikixik pero que en opinión de algunos tiene partes quemadas, lo que no creo que fuera exacto.
A decir verdad La Recova de Campeche carece de un menú de la exquisita y muy rica comida campechana, su carta es la de Mérida en mayor o menor medida. Para el postre pedí un helado del cielo, o algo parecido, que estuvo exquisito. La vista a un mar tranquilo, la decoración y el vino creaban una atmósfera deleitable. No llegamos a un café con un vino de sobremesa que se ofrece en La Recova: Brisas de Otoño. Fue una lástima. Pero la carretera era inminente y el reloj es un déspota cruel. Hay unos versos de Fernando Espejo en que se dice que todos los días se muere un poco “pero hoy no me he muerto casi nada”. Eso fue lo que pasó esa tarde en Campeche: fueron horas en que la vida se detuvo felizmente.