Existió en nuestra ciudad en un pasado no muy distante, un tipo popular y pintoresco conocido como el Poeta del crucero. Fue su nombre Maximiliano Salazar Zentella. Nacido en Pueblo Nuevo Tab., el 21 de Agosto de 1882, fue traído a Mérida por su padre D. Jenaro Salazar siendo aún muy pequeño. Fue al colegio escasamente para alcanzar los primeros grados de enseñanza elemental. En su mocedad aprendió la peluquería, la que perfeccionó en el salón de D. Ramón Medina en los desaparecidos soportales de «El Olimpo». en 1913 contrae nupcias con la Srita. Mercedes Lavalle Acosta. Por su acentuada afición a versificar en horas de trabajo tiene dificultades con el maestro Medina por lo que se retira y comenzando la década de los años veintes comienza a trabajar con el conocido fígado D. Francisco Lizcano en su peluquería al lado del café Ambos Mundos. Su creciente afán de hacer poesía chusca le reporta popularidad y al mismo tiempo dificultades en sus labores. Evidentemente, su escasa o ninguna preparación para ello hace que sus producciones no estuvieran ajustadas a las más elementales normas literarias y fue esa deficiencia precisamente, la que hizo famosos y célebres sus versos.
En reuniones cafeteriles y en todo el ambiente citadino era festejadas sus producciones, cada vez era más popular el Poeta del Crucero. Esta nominación con que fue conocido la eligió el mismo debido a que muchos años fue vecino del crucero de Itzimná. De allí su conocida cuarteta:
«Max Salazar primero
Poeta y barbero
que vive en el crucero
aunque le pese al mundo entero.»
D. Max fue un hombre sin vicios. Unicamente fumaba puros, que –Según decía– le proporcionaban inspiración.
En su hogar observaba una vida normal regida por costumbres morigeradas. mentalmente era sano como lo demostraban sus actos en convivencia humana. A juicio de personas que lo conocieron en la intimidad, fue un excéntrico, quien nada tuvo de enfermo mental. El mismo sabía que sus versos mal rimados no eran correctos, pero así gustaban y fue precisamente los que explotó y le dio notoriedad en nuestro medio. Sus ya abundantes poesías las recopiló en un primer libro que pudo editar con el financiamiento de su amigo D. Arturo Ponce G. Cantón. D. Max Salazar, el Poeta del Crucero era un tipo conocido y popular. Ya dedicaba mayor tiempo a las musas que al peine y las tijeras. Se le advertía por las calles meridanas enfundado en traje blanco, camisa de listones, sombrero cordobés, el clásico moño negro a modo de corbata como los artistas de antaño, un trabajo entre los labios y bajo el brazo sus libros. Son muy recordadas sus frases consonantes:
«D. Vicente el del Colón es un pájaro nalgón»
«Los toros del Sinkehuel, very well»
«Los toros de Palomeuqe solo sirven para bisteque»
«D. Efraín Buenrrostro se parece a Somorrostro»
«Eso de la planta eléctrica es una camalitéctrica»
«El negro Timbilla ya me tiene hasta la coronilla»
D. José Andrés Espinosa, bohemia incorregible y buen amigo del poeta y con buen sentido del humor, lo invitó en cierta ocasión a su mesa en el Café «El Louvre» y para probar sus destreza en la rima le pidió el consonante de búho, a lo que D. Max rápidamente respondió:
«En la esquina de mi casa mataron un búho
Quisieron disecarlo
Pero no se puo.»
D. José Andrés rió de buan gana. Son también muy recordadas sus siguientes cuartetas:
«El oro viene de oriente
El óxido de occidente
No te enjuagaste pariente
Tienes frijol en el diente.»
«A D. Pedro Povedano
Yo nunca le doy la mano
Porque es un vil gusano
Adiós Hermano.»
Cuando D. Max comenzó a tener problemas con el Sr. Lizcano optó por retirarse del salón y se dedicó a atender a sus clientes en sus domicilios y a la venta de sus libros. Los altos personajes del gobierno, la política, inclusive presientes que visitaban esta ciudad fueron entrevistados por el poeta a quienes vendía sus libros. El Presidente Cárdenas lo recibió en la suite de su hotel con quien departió largamente. Hizo varios viajes a la capital y a distintos Estados de la República donde siempre disfrutó de popularidad. fue entrevistado por radio y televisión. En el museo del viejo Chapultepec de la Ciudad de los Palacios, en el sitio destinado a los tipos populares, se encuentra un retrato con el de Goyito Zavala. Nuestro primer actor Daniel «Chino» Herrera en el extinto Teatro Plaza lo caracterizó en forma magistral. Su obra de poesía chusca transpuso las fronteras patrias ya que sus libros se vendieron en varios lugares de allende el Bravo. El poeta del Crucero dejó de existir en esta ciudad el 7 de Julio de 1972 a la avanzada edad de noventa años.
Texto de Francisco D. Montejo Baqueiro, tomado de su libro Mérida en los Años Veintes, Maldonado Editores. 1986