Los Libaneses de Yucatán

En el Líbano coexisten con sus bien conocidas dificultades dos de los grandes credos de la humanidad: el cristianismo y el islamismo, ambas con sus diferentes vertientes. Entre los del primer grupo estaban los maronitas y los ortodoxos griegos; y en los del segundo, los sunnitas, los chítas y los drusos. A Yucatán emigraron fundamentalmente cristianos, pero también algunos drusos. Los inmigrantes se adaptaron a la religión católica, sin embargo, la asociación benéfica maronita trajo al primer sacerdote maronita, el reverendo Pablo Anden. En febrero de 1902 se celebró una boda de libaneses para lo cual arribó un sacerdote del rito ortodoxo griego de Nueva York, se llamaba Rafael Aguavine. Las ceremonias se realizaba, desde luego, en el templo de San Cristóbal gracias a la inteligencia y cordialidad del párroco don Crescencio A. Cruz, quien al proceder con tolerancia no sólo evitó conflictos religiosos sino que atrajo a la comunidad libanesa a la religión católica. Son famosas las novenas de tipo católico que cada año se ofrecían en casa de la familia Wabi. En realidad la conversión al catolicismo fue un factor de unión entre los inmigrantes libaneses.

El profundo sentido religioso de los libaneses se transparenta en su participación importante.