Como se ha visto en el siglo XIX y aun en las primeras décadas del siglo pasado París era la gran capital científica del mundo, algunos médicos yucatecos de la época se dirigían a ella para ampliar sus conocimientos: el doctor Eudaldo Ferráez creador de toda una escuela de obstetricia y quien fuera su discípulo, el doctor Alberto Rendón Peón; el Doctor Carlos Casares Pérez, quien tuvo el mérito de realizar la primera cesárea exitosa en Yucatán, el Doctor Arturo Erosa Casares, quien fuera maestro sinodal del examen de grado de una de las figuras más brillantes de la historia de la medicina en Yucatán, Don Eduardo Urzaiz Rodríguez; Eusebio Acosta Reyes, Tiburcio y Marcelo Martínez palma y otros más, viajaron a París en las dos primeras décadas del siglo XX manteniendo vigorosa la tradición que ya existía en el estado.
Sin embargo, asombrosamente, desde mediados de los años veintes y a lo largo de los treintas se nota un período oscuro, una ausencia de avances y hechos notables en la historia de la medicina, conspiraron para esta «edad media» la primera guerra mundial y la crisis económicas del estado. No fue sino hasta principios de los años cuarentas que se retoma la antigua tradición de salir en busca de los avances de la ciencia y la técnica y volver a implementarlos a Yucatán. Sin embargo, la situación se había facilitado, ya no se necesitaba cruzar el Atlántico pues en la Habana se podía aprender lo mejor de la llamada escuela norteamericana, esta novedad facilitó el desplazamiento y le dio un vigor inusitado a la práctica médica en el estado.
EL MAESTRO EDUARDO URZAIZ RODRÍGUEZ
Los hombres extraordinariamente dotados han impulsado en todos los tiempos a la humanidad, sin embargo, mas le debe ésta a los maestros que son capaces de ver más allá de su generación. Eduardo Urzaiz Rodríguez era ambas cosas y por eso su influjo se extiende hasta nuestros días. Maestro normalista, médico, psiquiatra, obstetra, pintor, novelista e historiador reconocido, Urzaiz Rodríguez, como maestro de la escuela de medicina y como rector de la universidad le imprimió una nueva tónica a la preparación del médico en Yucatán.
Urzaiz Rodríguez al estimular a los médicos recién graduados a salir a la Habana y a los Estados Unidos en busca de lo mejor de las ciencias médicas y el arte quirúrgico logra algo más de lo que hicieron Sauri y Guzmán, no sólo vincula la medicina yucatanense a la mejor del mundo sino que establece una nueva ruta de preparación. Su labor extraordinaria es, a un tiempo, la de Vado Lugo y la de los dos instructores de la medicina científica en Yucatán. Supo ganarse el cariño y el respeto de sus alumnos a punto tal de que es común encontrar en los consultorios de los médicos graduados entre los cuarentas y los primeros años de la década de los cincuentas una fotografía del «viejo Urzaiz», sabio y generoso maestro.
Quizás los logros más brillantes de la vida de Eduardo Urzaiz se encuentren en su labor de maestro y de médico, sin embrago, la obra que puede definirlo con más claridad es su novela «Eugenia», en ella el autor exhibe una visión extraordinaria al profetizar los anticonceptivos y los embarazos fuera del vientre de una mujer; es esa novela la manifestación de un intelecto notable y de un espíritu que trasciende a su época y que al hacerlo guía a otros hombres.
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