Como se ha visto en Yucatán se cultivaba tabaco así que los cigarros que se consumían eran de “joloches”, esto es: hojas de maíz que enrollaban tabaco. Existía una significativa producción de puros. Tanto los “joloches” y los puros se exportaban en grandes cantidades a Nueva Orléans. En el año de 1860-1861 se exportaron 364,500 puros y 26 barriles de cigarros. También se exportaban cigarros y puros a Tabasco, Veracruz y Tampico. Desde luego que cuando la producción de tabaco en Veracruz  se incrementó los productos del tabaco de Yucatán dejaron de ser competitivos. En la producción de cigarros de papel se utilizaban marcas españolas como “Tres Gracias”, “Parrilla”, “Orazuz” y “Berro”. Para las cajas se importaban etiquetas del extranjero. Quizás la primera fábrica de puros establecida en Yucatán fue “La Adelita” de don Rogerio G. Cantón y Cámara. Otras fábricas fueron: “La Flora”, de don Genaro Seguí, “La Atala” y “La Amazona”, de Joaquín Suárez Cámara, “La Aurora”, de José Zavala, “La Bella Meridana”, de don Lorenzo Seguí, “La Conchita”, de don José Ma. Oviedo, y “El Comercio”, de uno de los empresarios más dinámicos del siglo XIX, don Felipe Ibarra Ortoll. En 1884 se fundó “La Nacional”, propiedad del señor Gregorio Grajales. En un principio todos los trabajos de esta fábrica se hacían a mano, pero esta empresa importó maquinaria para picar tabaco y para hacer cigarros. De 25 operarios esta empresa llegó a tener 125, este dato nos muestra el éxito obtenido y también el nivel del mercado. La compañía del señor Grajales importó maquinaria de Francia y de los Estados Unidos. El señor Grajales obtuvo una medalla en la Exposición Industrial de París de 1889, medalla de plata en la Exposición Panamericana de Búfalo, en 1901; y medalla de plata en San Louis Misouri en 1904. A la exposición de París concurrieron, además del señor Grajales, las fábricas “El César”, de Remigio López; “El Progreso”, de Flores y Cía., “La Dalia”, de G. Gòmez B. y Cìa., y “La Carmencita”, de Josè Beatriz Mangas. Esto sería suficiente para fundar una tradición en Yucatán que finalmente no se logró. A mediados de los noventas del siglo XIX existía “La Unión Nacional”, de Tiburcio Grajales y la fábrica “Especiales de Yenro y Santa Cruz” de don Clemente Cepeda Villajuana. Los cigarros de esta empresa se vendían a un peso 40 cajetillas y a 3 centavos la cajetilla. En el año de 1900 dos españoles don Francisco Barbará y don Rogelio V. Suárez fundaron la compañía F. Barbará y Cía., que compró la empresa “Especiales Yerno”. Por esa época se estableció otra fábrica con el nombre de “La Libertad”, propiedad de Sánchez Castro y Cía., de esta empresa eran socios: Manuel J. Sánchez, Ignacio Castro Morales, Rogelio V. Suárez y Emilio Seijo Rubio, yernos de don Olegario Molina estos dos últimos. Quizás de la que se tenga más memoria hasta nuestros días es de la Fábrica La Paz, de otro hombre de empresa legendario y fundador de una estirpe empresarial: Agustín Vales Castillo.