El sombrero fue una pieza imprescindible en años anteriores. Hoy, después de siglos, ha caído en un desuso absoluto. Esta demanda hizo posible que se abrieran fábricas de sombreros, básicamente de fieltro. El 1846 existía la fábrica de don Agustín Vales Castillo. Fue hasta los años 80 que un caballero español, don Santiago Pujol, estableció una fábrica de sombreros como maquinaria bien puesta. Esta fábrica producía sombreros altos de seda y otros de fieltro; los famosos de paja y de jipí. Ya en el siglo XX existió la muy acreditada fábrica del señor Gallareta.