El sebo también servía para fabricar velas, de ahí que las velas fueran ligadas a los jabones. Después se empezó a importar la parafina y el ácido esteárico. Durante mucho tiempo las velas tenían gran demanda para la iluminación de las casas, las calles y para invocar a los santos. Como en otros rubros las velas hechas en Yucatán se vendían en Campeche, Tabasco y sur de Veracruz, sin embargo estos dos últimos estados empezaron a producir sus velas la producción de Yucatán se redujo. En varias ciudades del Estado había establecimientos que fabricaban velas. La planta más importante era la de Don Clotilde Baqueiro que contaba con equipo importado del extranjero. Las otras fábricas de Mérida eran: “El Obrero”, de Fernando Sauri; “La Estrella”, de Eusebio Villamil; la de José Ma. Oviedo, hombre de gran carácter emprendedor, la de Anatolio García Cano; y la “La Yucateca” de Miguel Sastré Palma.

Todas estas fábricas contaban con maquinaria importada para la fabricación de las velas y el aceite de sebo era muy demandado para lubricar maquinaria y al mismo tiempo servía para la iluminación de la ciudad. También las fábricas anunciaban un servicio especial: renta e veladoras para bailes y festejos. En el año de 1895 don Felipe Serrano estableció “La Colmena” que se anunciaba como la que tenía más surtido y mejores precios. Ya en el siglo XX existió la afamada El Faro que comprara el Lic. Vicente Erosa Cámara y que dominó el mercado de velas y veladoras de parafina por décadas.