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Quizá por no tener minas ni tierras excepcionalmente fértiles y por su posición geográfica, Yucatán ha sido siempre un estado con marcada vocación comercial. A lo largo de nuestra historia ha habido momentos en que esta vocación se ha intensificado. En las últimas décadas del siglo XX Mérida se convirtió en la capital comercial del Sureste, es posible que otras ciudades ya le disputen esta condición, sin embargo la referencia comercial de nuestra ciudad sigue siendo considerable.

El siglo XX fue un gran siglo para el comercio: los avances tecnológicos lo impulsaron tanto por la explosión productiva como por la evolución en el transporte. Sin embargo, en México, el gran detonante fue la revolución que trastornó a la hacienda donde estaba acasillada la obra de mano sin potencialidad de consumo.

A finales de la década de los treintas, a lo largo de los cuarenta y en parte de los cincuenta, en México bastaba construir una carretera en una región determinada para impulsar el desarrollo regional. Ya había gente que necesitaba productos, sólo se requería de hacérselos llegar. Esta situación no era válida para Yucatán. A pesar de esto en los primeros años de la década de los setenta Don Carlos Loret de Mola Mediz puso en marcha el plan carretero más ambicioso que había tenido el estado. Sus resultados no fueron los que se vieron en el altiplano, en el bajío o en algunas regiones del Norte del país. Nuestra población, dispersa si, no era de significación.

Yucatán tiene muchísimas comunidades, pero muy pocos habitantes. La abundancia de cenotes en nuestro territorio hizo posible que se fundaran tantas comunidades, a diferencia de lo que sucedía en otras partes del país y del mundo, en las que los pueblos se establecen alrededor de los ríos, pues es el agua la que determina la creación de los poblados, los hombres no pueden prescindir de ella.

Las carreteras construidas en los años setenta se enfrentaban, también, a que nuestro sector primario seguía vinculado al henequén con fórmulas caducas y nuestra carencia de infraestructura industrial imposibilitaba el efecto que se había visto en otras partes del país. Por eso tuvimos que abrimos a otros estados. que abrirnos a otros estados. A Mérida llegaban productos que después eran vendidos en Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas.

Las últimas décadas del siglo XX, hoy un siglo pasado, le dieron al comercio una vitalidad inesperada: las políticas liberales que cancelaron la participación del gobierno en las actividades comerciales y la globalización fueron significativas. Un ejemplo: con el cierre de las empresas paraestatales que pretendían controlar no sólo el comercio de los productos básicos sino el del abarrote en general, se destapó un mercado de una muy respetable dimensión. A pesar de esto si se hace un recuento del siglo XX vamos a descubrir que muy pocas empresas duraron a lo largo del siglo en Yucatán. Se dirá que esta situación prevalece en todo México que vivió un siglo XX muy convulsionado, y donde a menudo se nota que las empresas son de dos gene-raciones sin llegar a una tercera.

Continúa con LAS SEIS EMPRESAS YUCATECAS QUE SOBREVIVIERON EN EL SIGLO XX

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