La industria siderúrgica, así como la de los bienes de capital, significaba el cruce de una frontera en el desarrollo de los pueblos. Da ahí que un empresario, de los más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Yucatán, se haya interesado en desarrollar una siderúrgica. Don Vicente Erosa Cámara era abogado de profesión, fue alcalde de Mérida, e incursionó con mucho éxito en el mercado financiero del sureste mediante un banco y la Financiera Peninsular. El señor Erosa también adquirió la Galletera Palma  y las fábricas de veladoras: El Faro y Mayab, más tarde compraría la Embotellado Pino. Quien empieza la empresa fue don Delio Alonzo y tenía por nombre Laminadora Peninsular. Don Delio era un hombre que tenía una naturaleza pionera. En el año de 1974 don Vicente y su hijo Víctor, que había estudiado en los Estados Unidos y no se interesaba por los bancos, inician las operaciones  de Aceros de Yucatán. Se contaba con un horno eléctrico en el que se fundía chatarra y se fabricaba varilla corrugada. Posteriormente se traslada la planta a la carretera de Progreso y se amplía la producción, ya se hacía varilla y alambrón. Cancún fue un mercado muy importante para la nueva empresa porque se abatían los fletes y se podía comprar lotes de menor cantidad. Al paso del tiempo la maquinaria se fue haciendo obsoleta y finalmente se tuvo que cerrar la empresa en 2010.  Como sucede a menudo el terreno tomó un precio importante y la negociación se depreció. Esta condición contribuyó al final de la siderúrgica.