El Palo de Tinte o Palo de Campeche se cultivó en “tintales” cerca de las costas de Yucatán y fue una fuente muy importante de riqueza durante el siglo XIX y aun en el siglo XX. En Alemania, bajo procedimientos especiales, se obtenía el negro clásico del palo, pero también un encarnado-rojo-, azul y violeta. Los tíntales que estaban cerca de Campeche, en la Laguna de Términos y en Bacalar, fueron los primeros en explotarse por la facilidad del transporte. Poco antes de la Guerra de Castas los tíntales de Tizímin producían entre 13,000 y 18,000 quintales y los de Bacalar 10,000. Con el natural propósito de evitar el manejo del Palo de Tinte se hicieron esfuerzos por extraer la tinta para comerciarla. La primera tentativa la hizo un francés avecindado en Mérida: el señor Chovot en el año de 1816. Un decreto de 1828 dio la concesión de estas tareas a don Pedro José Guzmán, empresario muy destacado de esos tiempos. Don Pedro trajo de los Estados Unidos la maquinaria necesaria para estos menesteres. Los procedimientos fueron mejorando y para 1845 existían en Tizímin dos fábricas extractoras que obtenían de 300 000 a 350 000 libras por año. Don Simón Peón, legendario hacendado, azucarero y “tintero”, tenía instalado un exipo en su hacienda Tankuchè obteniendo muy buenos resultados.