Entré a la preparatoria de quince años. Habíamos pasado del pantalón corto al largo, de las aventuras de la imaginación a las de una realidad intransigente. Ahora se abría un mundo nuevo: el de las ideas  , el del pensamiento científico, y el de las experiencias nocturnas.. Lo seductor de las materias se volvía traumático a la hora de los exámenes orales con tres sinodales. Sentados en los corredores esperábamos horas la llegada de los examinadores. El sentimiento de desamparo ante la arbitrariedad de los exámenes nos unía , reforzando el vínculo del pasado y de las horas estudiando juntos. La lógica, las matemáticas, la filosofía, la literatura y la sociología, entre otras, nos marcaron para siempre. Caso especial fue el de las etimologías grecolatinas del español: se trataba de descubrir el mundo descubriendo el significado primigenio de las palabras. Bastaba con aprobar . Don Francisco Javier Palma Torres o don Luis Ramírez Rosado leían los resultados: aprobado o reprobado . En una ocasión, en un examen de filosofía, le dieron la boleta a un compañero que había obtenido una altísima calificación. Al verla , dijo: “ ya sé quién me perjudicó “ . En nada estuvo que lo golpearan. Cuando íbamos a presentar literatura de primer año, un compañero tuvimos el valor extremo de ir hablar con el director. Expusimos las injusticias que se cometían . El director nos dijo : “ si están bien preparados y los trinan vengan a verme “, no fue necesario aprobamos . Todo fue parte de esa fabulosa aventura de estudiar la preparatoria. De sentir un gran cambio en uno mismo y empezar a ver el mundo de otra manera. Nada en nuestro mundo fue igual después de haber terminado la prepa. La preparatoria del CUM cumple 65 años, toda una historia transformando niños en hombres. Con una lucha adicional: que eso hombres lo sean de bien.