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Los antiguos mandarines gobernaban con un grupo de lo que se podría llamar expertos en convivencia humana. Estos personajes solucionaban diferencias, continuaban y facilitaban la vida en comunidad. Eran claves no sólo para el buen Gobierno sino para la concordia. Este es el perfil de Emilio Gamboa Patrón. Su largo paso por la política y un talento nato le confieren la habilidad para conjuntar miembros de distintos grupos en toda la República. Es tal su solvencia que puede establecer diálogos con la oposición. Responde a lo que se espera de un político: conciliar asimetrías. Sorprende la capacidad de Emilio Gamboa para lograr negociaciones complejas. En todas las democracias existen personajes como este. Cuesta mucho que logren acumular la experiencia que les permite ser factores de estabilidad, por eso no se les puede mandar a su casa. No aspiran a los primeros lugares, no están en la lucha ideológica , ni en la del poder propiamente: su función es lograr acuerdos. Quizás no haya en México, en los cuatro grandes partidos, una figura como la de Gamboa Patrón. Cierto que hay un desgaste por tantos años en la palestra, pero hasta esto se puede remontar en virtud de todo lo que ofrecen para el funcionamiento de la semocracia en el país. No muchos pueden hacer este trabajo y quien tiene las virtudes se vuelve imprescindible en la vida política .