Publicación original en www.linearecta.com.mx
Ese es el nombre de un libro escrito por Reza Aslan, musulmán estudioso de las religiones, que ha cobrado un interés inusitado. El autor protesta, desde un principio, su interés por acercarse al Jesús histórico. No estoy seguro de que logre su tentativa. Aunque evidentemente presenta a un Jesús ajeno a los Evangelios o de frente a ellos. Ubica a Jesús como miembro de la secta de los Zelotes o Zolotas, un grupo radical de observantes de la Ley de Moisés que estaban indignados con la presencia de Roma en La Tierra Prometida. Los grupos eran: Fariseos, Saduceos, Esenios, Zelotas y Sicarios. Los dos últimos eran particularmente agresivos ante la presencia del Imperio Romano y el servilismo de la clase sacerdotal para con el invasor. Aslan nos dice que Jesús es uno de varios Mesías que pretendieron la liberación del pueblo de Israel del dominio de la ominosa alianza Roma- Sacerdotes del Templo. Más aun, Jesús no fue el más importante aunque llegó a entrar al Templo y afrentar a todos los que traficaban para enriquecer a la casta sacerdotal traicionera y entregada a Roma. De suyo hay Mesías que llegaron más lejos y uno hasta mató al Sumo Sacerdote lo que desembocó en una tragedia.
Desde un principio queda claro que el Jesús que ha traspasado los siglos es un producto de la literatura. El primer autor que habló de Jesús fue Pablo de Tarso y llegó lejos: nos habló de Jesús no solo como hijo de Dios sino como Dios mismo y nos narró la Última Cena. Pablo era ciudadano romano y había nacido en una ciudad de estirpe griega: Tarso. Era un judío que pensaba con la lógica aristotélica y que estaba influido por la mitología grecolatina. Quizás por eso concibió, nos insinúa el autor, la idea de un hombre-dios y un dios-hombre, muy propia de la mitología griega y total y absolutamente ajena al judaísmo. De las cartas paulinas-escritas en el 50 de nuestra era- se derivan los Evangelios de San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan, que, según el autor, no fueron escritos por ellos sino que son una suerte de seudónimos de un grupo de gente que los escribió. Vistos así en los Evangelios abundas las metáforas , las imágenes y las fórmulas parecidas a las parábolas, de ahí que no sea afortunado tomar a la letra lo que dicen.
Aslan se preocupa en analizar algunos enigmas y contradicciones de los evangelios. Presenta como incomprensible la afirmación de que Jesús nación en Belén tan solo porque era el pueblo de David. Según los registros romanos nunca hubo el presunto censo que obligó a María y a José a dirigirse a Belén. Jesús nación en Nazaret, en Galilea, tierra de campesinos y pescadores; aunque Jesús era un teknon, que es como decir un obrero de la construcción. Otro de los cuestionamientos del autor es la virginidad de María. Lutero tradujo al Alemán la Biblia como antes se había traducido la Vulgata al Latín y cabía pocas dudas: Jesús tuvo hermanos y hermanas, hijos de María y de José. Para Aslan la palabra hermano aparece cientos de veces en los evangelios y nunca con el significado de pariente o primo como se ha dicho. Uno siente que parece estar tan claro para todos que María tuvo otros hijos que los católicos somos un tanto inconsecuentes al seguir sosteniendo el dogma de la virginidad. Virgen o no un católico no podría subsistir sin la figura de María. Pero algo de lo más interesante del libro es el cuestionamiento sobre la resurrección de Jesús. Según Aslan los Evangelios están hechos para comprobar que las profecías se cumplieron en Jesús de Nazaret, sin embargo cuando los profetas mayores hablan de resurrección o restauración aluden a la fe del pueblo de Israel o al pueblo mismo. La labor del meshá, es decir del ungido, era esa: restablecer con toda su dignidad al pueblo de Israel. No había motivo para hablar de una resurrección y complicar todo. Sin embargo Aslan abre una puerta que da al misterio de Jesús El Nazareno: ¿Porqué cientos de judíos cristianos aceparon morir por dar testimonio de haber visto a Jesús resucitado? Y a más se puede arribar: El Jesús histórico nos ha llegado a nosotros por sus seguidores. De entre estos se destacan dos: Santiago- Yacob-, el hermano de Jesús, el jefe de la asamblea de Jerusalén, y Pablo de Tarso. Ambos se enfrentaron: Santiago aceptaba que Pablo predicara a los goym – gentiles-pero no aceptaba el contenido de la prédica. Por Santiago tenemos la primera noticia histórica de Jesús. Flavio Josefo en su Antigüedades Judías nos narra el crimen contra Santiago y dice: “hermano de aquel Jesús que se decía el Mesías”. Santiago, “El Justo”, fue acribillado y eso desembocó en una rebelión tremenda porque gozaba del cariño del pueblo. La devoción del pueblo por Santiago se debía a que éste tenía un inacabable espíritu de caridad. Pedro es un tercero en discordia. Quizás Jesús nunca lo llamó para que fuera la “piedra de la Iglesia”. La traducción del libro no es muy buena y la edición tiene algunos descuidos pero el libro merece ser leído. Es una prueba para Jesús de Nazaret que sale victorioso por lo que hizo en sus seguidores.