Durante la Colonia, Mérida, concentrada en lo que hoy llamamos Centro Histórico, se ajustó a un conjunto de principios para la construcción de las casas: construcciones de mampostería, fachadas austeras, ventanas verticales con barrotes de madera, dinteles de piedra, crujías alineadas ya sea horizontal o verticalmente   a la calle y comunicadas unas con otras, patios centrales y traspatios; influencia de la sobriedad franciscana, dicen algunos; lo cierto es que el paréntesis histórico que significó la Colonia queda exhibido en la ciudad. Muchos de sus vestigios se niegan a desaparecer frente la incuria de las generaciones que han sido, y son, incapaces de verse a sí mismas. Y es que este estilo no terminó en 1810 sino que prevaleció hasta finales del siglo XIX.

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