Drama de jorge

Ante la vista de los que participaban en aquél partido de futbol, inesperadamente el rector se desploma y cae al césped…unos momentos antes el Padre Jorge sintió una punzada en el pecho pero no le dio importancia…alguien le pasó el balón y siguió corriendo…pero de pronto, en una fracción de segundos que ni siquiera permite pensar, sintió que le faltaba el aire y no supo más…Jorge se desplomó: los seminaristas y los sacerdotes que participaban en el juego se acercaron a averiguar qué pasaba…ya se sabe que generalmente hay torceduras del tobillo o cualquier pequeño accidente, pero pronto se percataron de que esa caída era el preludio de algo que tenía que ver con aquello que es inevitable.

Uno de los sacerdotes que participaban en el juego es también médico y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y presintió la gravedad del momento…pero también percibió que ya no se podía hacer mucho…a Jorge se le escapaba la vida. Nadie lo podía creer, algunos caminaban sin rumbo por el campo con ese sentimiento de impotencia que se presenta ante situaciones límite: alguien llamó a una ambulancia, otro, al notar que la situación era de verdadera emergencia se comunicó con el Arzobispo.

Don Emilio escuchaba desconcertado la noticia inesperada y quiso pensar que se trataba de un accidente…pero pronto se dio cuenta de que la situación era de una gravedad que la mente se resiste a aceptar…era casi imposible…Jorge Laviada, el rector…48 años…pero si dos horas antes estábamos en la fiesta con Joaquín y Fernando…¿qué pasó?
Cuando el Arzobispo cayó en la cuenta ya estaba en el automóvil en veloz carrera hacia el Seminario.
Y Jorge Laviada estaba tendido en el césped…con una expresión de paz en el rostro…con esa paz de los que no le deben nada a nadie porque supieron entregarlo todo.

De cualquier modo la súbita muerte de alguien tan valioso y tan sencillo como el padre Jorge Laviada nos coloca ante una situación tan abrumadora y desconcertante que si no tenemos fe nos supera y nos desconcierta. Sin la fe no podemos comprender a Dios.

Jorge vivía en esa actitud de espera y de vigilancia esperanzada. Vigilancia significa tener el sentido de la espera. Espera de Alguien, más que de algo.

Jorge no tenía necesidad de conocer la hora exacta. Sabía que podía ser antes de lo que uno espera como fue en su caso y no era de los que viajaban por la vida con el calendario en la mano.
El sabía que Dios da la dirección del camino pero no nos ofrece la descripción anticipada de lo que sucederá a lo largo del viaje.

Todos sabemos lo que pasará. Pero no sabemos «cuándo» ni «cómo». Entonces, en lugar de la curiosidad, la vigilancia.

El 09 de junio de 2014 será difícil de olvidar para muchos de nosotros que en la mañana estábamos de fiesta con Joaquín y Fernando y por la tarde despedíamos a Jorge, que estuvo en la fiesta, participando como todos y de pronto se nos adelantó para participar de la Fiesta que no acaba jamás.
Jorge Laviada vivía preparado para correr a la cita, no era de los descuidados, sabía que estaba de paso y vivía como peregrino y no como turista…está con Dios…sigue en la cancha pero ahora sabe que el partido está ganado.

Por: Alfredo Corerol Ojeda.