En un programa de televisión conducido por Joaquín López Dóriga, la señora presidente de Morena, nieta del General Màximino Ávila Camacho, que posee un nombre impronunciable, se burló de un candidato a la presidencia que hacía “eventos en lugares cerrados con unas cuántas personas”, y abundó: “pobrecito”. Nadie se puede sustraer a lo que es y a lo que quiere. Estas palabras son concluyentes. La señora Polevnsky definió la candidatura y las pretensiones del señor López Obrador. Demostró ignorar la naturaleza infiel de las masas. Un día vitoriaron a Jesús y otro día pidieron su crucifixión eligiendo a un bandido, el legendario Barrabás. Claro algunos se creen Jesús, pero son barrabases y por eso pueden ser elegidos por un pueblo confundido. Las masas son usadas por los líderes populistas y autoritarios para el culto a su personalidad y para usarlas para justificar sus decisiones arbitrarias. Hitler, Mussolini, Perón y Evita, Castro, Chávez y Maduro, actúan así. Los que convocan a las masas delirantes, les hablan, y luego hablan en nombre de ellas, terminan sustituyéndolas. López Obrador en el pasado solía decir que a México no se le iba cambiar con leyes sino con movilizaciones sociales. En el mundo moderno la democracia y la crítica son indispensables para lograr el desarrollo: las concentraciones de masas, no. Bastaría oír esta desafortunada intervención de la presidenta de Morena para recelar en serio del señor López Obrador. El recelo puede volverse una preocupación cuando recapacitamos en los números de la administración de don Andrés Manuel en la hoy Ciudad de México: PIB per cápita inferior a la media nacional, desempleo superior a la media nacional, corrupción escandalosa, entre otras consideraciones. La preocupación se incrementa si reparamos en la situación en que se encuentra Venezuela cuyos dos líderes son parecidos, Chávez y Maduro, al señor López Obrador. Su problema no es que sea de izquierda, le tragedia con que este hombre amenaza a México es su naturaleza de líder populista con una entraña profundamente autoritaria.
LOPEZ OBRADOR, NO PUEDE SER NUNCA UNA ESPERANZA
