CRABSTER: EL RESTAURANTE MÁS COMPLETO DE MÉRIDA

Por Camilo Aznar

Hace unos días fue a Paseo 60.   Mi propósito era desayunar en Crabster .   La plaza es muy atractiva y de ahí que diera un paseo  . Convocado por el buen nombre del restaurante Crabster  de Progreso acudía con buena esperanza a mi desayuno.    Pero los aguardos fueron superados.   Hay dos tipos de restaurantes en el mundo, no son los únicos géneros pero ambos representan criterios encontrados: unos son para ver gente, bien decorados y con una ambientación seductora están hechos para la convivencia feliz sin importar la carta.    Otros son aquellos que se esmeran en lograr una carta hechicera.    Crabster tiene los dos registros.    El pan recién hecho es delicioso y el café humeante se reduce a ser un buen compañero.     Probé un pan de cazón cruzado con unos huevos motuleños.    En principio la receta se me hizo extravagante y esto en la cocina es pariente de lo malo.    Sin embargo el huevo enriquece el sabor del pan de cazón y ambos  caminan por exquisitas veredas.    Desde luego que lo más sorprendente resultó ser un plato llamado Madame Crabster .    Se trata de un pan brioch, o habría que decir tipo brioch, entre otras cosas porque es alto y brioch quiere decir bollo; bañado de una salsa de queso suculenta en pan  se torna subyugante  con un par de huevos estrellados arriba .   Los huevos estrellados con la yema tierna pueden constituir una salsa extraordinaria , o, al menos , un complemento de salsa muy afortunado.    El pan está tan también hecho y consigue un plácido romance con la salsa de queso.    Resulta difícil encontrarle un adjetivo  a esta receta.    Finalmente habría que decir que fue calificado de “divino”, no es un capricho: el pan es una de las palabras más altas de la lengua castellana.    Dios eligió el pan para quedarse entre nosotros: esto le da al pan un rango en toda la naturaleza.    A un tiempo el pan es un ser vivo que se intensifica en el paladar que lo prueba.    Hay recetas que nos cambian para siempre, que van poniendo en su lugar nuestras experiencia pasadas y que nos hacen ver de otra manera la cocina.   Este es el caso de Madame Crabster.    Fue imposible probar cierto pozole de mariscos y un omelet bañado de una salsa de langosta que fue una tentación de pecado mayor.    Sin más comentarios Crabster es un lugar al que se volverá una vez visitado.