Este hermoso grabado corresponde al muelle en el que desembarcó Don Porfirio Díaz y su augusta comitiva en Progreso para realizar su célebre visita de principios del siglo XX; apenas si se tienen que decir las diferencias que guardaba con el muelle actual que es, quizás, el más largo del mundo; desde luego que aquel modesto muelle de madera, con sus dos líneas de rieles Decauville, servía para embarcar uno de los productos que más exportaba México por aquel entonces, lo que significaba elevadas transacciones económicas como no las vio nunca el «muelle nuevo» y, posiblemente, no las haya visto todavía ese portento que es el llamado «puerto de altura».