Los animales viven en un eterno ahora. Tienen, si acaso, una memoria de sobrevivencia. No saben que van a morir y posiblemente eso los haga felices. Sin embargo la memoria es el laboratorio de la vida y también su biblioteca. Los hechos no son como son, son como los percibimos y después como los recordamos. Tenemos como los animales una vocación de olvido, por eso para vivir requerimos ejercitar la memoria. Eso es lo primero que se hace en un concierto de Pandora. Evocar años entrañables cuando, en plenas facultades físicas y espirituales, vivimos el amor y todo lo que engendra. Los besos interminables , las caricias que marcan, los murmullos amorosos, las promesas incumplidas pero eternas: de lo mejor de la vida. El grupo musical Pandora es el estímulo para volver a vivir, nos induce a la calistenia de la memoria. Muy pocos han leído El Quijote, pero es amigo de todos los que hablamos español. Temo que algo similar pase con Jesucristo. Antes del pasado concierto de Pandora en Mérida no sabía que tan cercanas me eran Isabel y Mayte Lascurain y Fernanda Meade. Vivieron cerca de mi y de mis enamoradas. Son parte de mis momentos de intensa felicidad y de tristeza…”¿Cómo te va mi amor, cómo te va? Miénteme, dime que mal…”. Me consolaron y me entusiasmaron. Estuvieron a la hora de las lágrimas y del goce profundo. Son entrañables amigas mías. El tiempo no nos avisa que va a pasar, pasa y lo advertimos por el estrago. Estas mujeres están en la quinta década de sus vidas sin embargo yo no lo puedo advertir. Para mi su música las protegió del paso del tiempo. Le dije en una comida a Pablo Barbachano, cuñado de las Lascurain Arrigunaga: “iría al concierto para ver si son las mismas de hace treinta años o ya las tuvieron que sustituir”. Y fueron las mismas en todo sentido. Octavio Paz dijo alguna vez que la poesía resucitaba el pasado, nos devolvía los momentos vividos. Eso hicieron las pandoras en el pasado concierto del Coliseo Mérida. Pero me quedó claro: también entusiasman a los más jóvenes que se veían en el abarrotado recinto. Mucho se teme que estemos al final del concepto del amor, la pornografía y el individualismo más atroz lo amenazan, sin embargo una noche con Pandora pone en tela de juicio la pérdida del concepto del amor. Isabel, Mayte y Fernanda son las voces románticas de México por excelencia. No le disputo ningún mérito a nadie. Afirmo que estas lindas señoras tienen un poder de encender el romanticismo que otros no tienen. Por eso son las invitadas en todas las mesas de México.
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