En México la tercera parte de la población acude a los servicios privados de salud. Eso nos permite comprender la importancia de las clínicas privadas en nuestro país. Las clínicas, los hospitales y los sanatorios privados existen en Yucatán desde hace siglos. Poseemos una tradición que se remonta al legendario Hospital de Nuestra Señora del Rosario, conocido  como el hospital de los Juaninos, por la orden de los religiosos de San Juan de Dios que lo atendía. El hospital de los Juaninos, ubicado en la calle 61 entre 60 y 58, es el antecedente directo del legendario Hospital O´Horán y su fecha de fundación parte del siglo XVI, años después de haberse fundado la ciudad de Mérida. Esto exhibe la multisecular tradición que tenemos en materia hospitalaria. El primer hospital privado de Mérida fue del Dr. Federico Sauri y ocupa un lugar en la historia con su nombre: Casa de la Salud. Como sucede en todas las manifestaciones culturales de Yucatán, en la medicina se puede notar un tránsito de Francia a los Estados Unidos. Los Estados Unidos a partir del siglo XIX, ya como nación independiente, logran crear la civilización más rica y más próspera de la historia de la humanidad; pero fue en el siglo XX cuando todas sus fortalezas asombran a el mundo entero. Sin lugar a dudas a esto contribuyeron las dos grandes guerras mundiales que tuvieron sus orígenes y sus teatros más significativos en Europa. La relación con la medicina de los Estados Unidos se intensificó a través de La  Habana, fuertemente vinculada a la Unión Americana en otro tiempo. Hace cincuenta años se fundó La Clínica de Mérida prolongando la historia de los hospitales públicos y privados. Pero en todos los pueblos la historia de la medicina se escribe con nombres de mujeres y hombres que llevan la ciencia a la humanidad. Juan del Rey, Gaspar de Molina, Federico Sauri, Saturnino Guzmán, Eduardo Urzaiz Rodríguez, son algunos de los nombres de la brillante historia de la medicina en Yucatán. A esta lista de enunciación hay que sumar al  Doctor Luis Alberto Navarrete Ruiz del Hoyo, director, desde su fundación, de la Clínica de Mérida. Discípulo del Doctor Eduardo Urzaiz Rodríguez, Luis Alberto Navarrete se gradúa en la escuela de medicina de la Universidad de Yucatán en el año de 1950 y posteriormente realiza estudios y prácticas en La Habana y  en los Estados Unidos, especializándose en cirugía general, área a la que ha consagrado sus esfuerzos profesionales, siempre compartidos con la dirección general de la clínica. El doctor Navarrete Ruiz del Hoyo ha sido el líder que con talento y energía inagotables ha guiado la evolución de la Clínica de Mérida que tanto ha influido en la historia reciente de la medicina en Yucatán y cuyos efectos se extenderán en los próximos años. La historia se intensifica en algunos hombres. Navarrete Ruiz del Hoyo ha contribuido a que la medicina de Yucatán sea contemporánea de la medicina del mundo. Esto ha sido posible por los convenios con hospitales afamados de Texas y por la constante búsqueda de los avances en la lucha contra el dolor y la muerte. Parece ser que la sociedad no percibe la contribución de las clínicas privadas al desarrollo del Estado. Las clínicas privadas convocan a pacientes de todo el sureste de México y de Centroamérica. Lo hacen silenciosamente, sin demandar ningún privilegio del gobierno. A pesar de que todo empezó como un sueño de compañeros apoyados por un hombre notable como fue Don Arturo Ponce G. Cantón; a pesar de tantos años de dirigir un instituto que no se detiene 365 días del año  y 24 horas al día; a pesar de esto y de mucho más, nadie le ha rendido un homenaje al Dr. Luis Alberto Navarrete Ruiz del Hoyo. Debo corregir las últimas líneas: el Doctor Navarrete  ha recibido el homenaje de la aplastante mayoría de sus colaboradores que lo reconocen como un líder.  Estas líneas modestas se unen a esas voces.