Tomado de Milenio.
Este ícono de Mérida se cae y los yucatecos, absorbidos por el futbol, mantienen oídos sordos ante las súplicas del párroco.
Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El antiguo convento de Nuestra Señora de la Consolación de Mérida (Monjas) cumplió ayer 418 de existencia, siendo el único de su tipo que se edificó en la Península durante el Virreinato de la Nueva España. Existió como monacato femenino durante los períodos Colonial e Independiente, pues estuvo en funciones un día como ayer, sólo que de 1596, año de su fundación, hasta su expropiación y clausura bajo el régimen republicano de 1867.
El convento, al ser inaugurado, no era como comúnmente la gente se imagina y menos aún pensar que estaba conformado como en sus mejores épocas, ya que llegó a contar con 205 cuartos (no todas eran celdas), dos cocinas, siete hornos, 22 pozos y 95 «patios”, pues al momento de su apertura, por falta de recursos económicos, sólo se construyeron algunas paredes y techos que pudieran alojar a las religiosas, así como unas oficinas para que quedara conformada la estructura en forma de convento.
Y esos espacios aún sin terminar, albergaron a las primeras monjas que tomaron posesión del convento, las cuales se dice que provenían de la Ciudad de México y traían consigo sus respectivos nombramientos de oficios: Sor María Bautista, abadesa; Sor María del Espíritu Santo, portera y tornera mayor; Sor Ana de S. Pablo, maestra de novicias; Sor María de Santo Domingo, vicaria del convento; Sor Francisca de la Natividad, vicaria del coro y organista, y Juliana de la Concepción, sin especificación alguna de su nombramiento.
Sin embargo, también hay la evidencia histórica que había para su fundación 14 monjas profesas, de las cuales cinco vinieron de México, dos de la Nueva España y siete de esta ciudad. También había tres novicias de Mérida y cuatro niñas que no habían tomado el hábito por su corta edad.
En este laberinto de celdas, cocinas, patios, pasillos, escaleras y coros, las religiosas vivían con el rigor o la laxitud que sus personales inclinaciones les dictaban: algunas daban mayor atención a los placeres de la mesa y de la charla y a las pequeñas vanidades del mundo; otras, en cambio, se entregaban a cruentas prácticas ascéticas y eran atormentadas por visiones demoníacas o deleitadas con presencias celestiales. Sin embargo, todas estaban ahí por una creencia que compartían con el resto de la sociedad: las oraciones de las religiosas eran un potente medio para librarse de catástrofes y desgracias, y así atraer las bendiciones del cielo.
Designan advocación
Unos 37 años después (9 de junio de 1633) se consumó el Santísimo Sacramento en la nueva iglesia del convento, quedando como titular “Nuestra Señora de Consolación”.
En un tiempo, en el muro del sotacoro (lugar bajo el coro) y sobre la rejilla del mismo, estaban consignados en un tablero los nombres de las religiosas fundadoras, y a los lados de aquél, en escudos muy adornados, las fechas memorables y nombres de los que intervinieron en la fundación y construcción.
En la actualidad ese tablero, inscripciones y demás, ya no existen, desconociéndose cuándo se lo robaron, hecho que debió acontecer después de 1945 puesto que el Catálogo de Construcciones Religiosas lo señala.
Hoy, 381 años después (de 1633 a 2014), este ícono arquitectónico de la ciudad de Mérida se encuentra en mal estado, y los yucatecos, absorbidos por la efervescencia del futbol, mantienen oídos sordos ante las súplicas del párroco de esta memorable edificación. Se requiere una urgente inversión para evitar que continúe deteriorándose y cayendo a pedazos.
Es una vergüenza que el sacerdote polaco y otros extranjeros (y uno que otro yucateco) estén pataleando para conseguir recursos y a la gente le interese más el próximo partido de futbol que esta joya arquitectónica. A las autoridades competentes se les hace un nuevo llamado: no esperemos que se ahogue el niño para tapar el pozo. ¡Por los calzones de Sor Loría!
P.D. Los meridanos seguimos esperando que se haga cumplir la ley y se clausure la ilegal gasolinera de la colonia México.