Casa de Montejo, Palacio Municipal, Palacio Cantón. Mérida, la mejor ciudad para vivir

Casa de Montejo, Palacio Municipal, Palacio Cantón.

Mérida, la mejor ciudad de México para vivir. Llegar a esta conclusión implica tomar en cuenta muchos factores: seguridad, infraestructura, servicios públicos, paisaje urbano y cierta conectividad a las playas, las ruinas e, inclusive, por vía aérea a destinos internacionales. Mérida ofrece mucho más: toda una forma de vida. Uno de los encantos es la diversidad de estilos arquitectónicos que hacen de la ciudad una suerte de museo disperso. Solo contamos con cincuenta construcciones coloniales pero algunas muy representativas aunque se encuentren en el más triste de los abandones, este es el caso de los arcos. En contrario contamos con más de doscientas construcciones del siglo XIX que constituyen una muestra de la arquitectura de la Bella Época. Curiosa situación: Mérida se funda en el Renacimiento y vive una riqueza inusitada en el siglo XIX cuando apareció en Neoclacisimo, quizás por eso el gusto de los meridanos por las columnas corintias, arcos de medio punto, almohadillado, entro otros. Los parques y avenidas de la ciudad hacen mucho: se mantienen en un estado cautivador. No menos sorprendentes es la limpieza de la calles, condición no frecuente en las ciudades de nuestro país. Las administraciones de los últimos años lograron algo prodigioso: más de treinta vías que comunican el centro de la ciudad con el periférico. Este trazo radial le da una conectividad estupenda a la ciudad, algo que tampoco es frecuente en todo México. El trazo de la ciudad pone en evidencia el transporte urbano que podría ser estupendo pero que en la actualidad es una de las debilidades de la ciudad. No podemos dejar de mencionar la iluminación, sorprendente y algo mágica. Mérida es una ciudad con una intensa actividad cultural: conciertos de la orquesta sinfónica, obras de teatro, presentaciones de libros, exposiciones, festivales de danza le imprimen una dinámica a una ciudad segura que se puede vivir y gozar. Sin duda alguna todo esto hace de Mérida no sólo el nombre de una ciudad sino una forma de vivir la vida.