Hace unos días sostuve una larga conversación con mi entrañable amigo Rogelio Zubieta, Xuba. Nos detuvimos en un tema que nos interesa a los dos: la Preparatoria Libre de los años cuarentas. A decir verdad Xuba es uno de los pocos testigos sobrevivientes de ese pasaje histórico de nuestro Estado. Había pasado la expropiación de las haciendas henequeneras y parte de la sociedad meridana estaba ofendida y otra profundamente agraviada. Era rector de la Universidad de Yucatán un hombre brillante: el Ing. Joaquín Ancona Albertos, hijo del historiador y novelista Eligio Ancona Castillo. Don Huacho era habitado por una pasión: pretendía quitarle la fe a todos sus alumnos. Instituyó una cátedra: Religiones Comparadas. Su propósito era demostrar lo incongruente de la fe. Un grupo de jóvenes católicos empezó una aventura clásica: la publicación de una revista, Alcazar. Un maestro de Biología estimulaba a los muchachos a que se masturbaran para observar los espermatozoides por un microscopio. Esto, aunado a las clases de don Huacho. Derivó en que 25 alumnos publicaran un texto airado protestando contra la situación. El Concejo Universitario tomó la decisión de expulsarlos. Caso especial lo constituyó Eduardo Antonio Laviada Arrigunaga quien escribió un texto particularmente virulento contra el Ing. Ancona Albertos. Una leyenda cuenta, sin que se haya comprobado nunca, que Laviada Arrigunaga dijo: “Si don Hucho no cree en nada cómo está seguro de ser hijo de su papá”. Lo cierto es que la expulsión de Eduardo Antonio posee un texto terminante que no dejaba opción a un retorno. Lo cierto fue que los padres de los expulsados, en colaboración con otras personalidades, abrieron la legendaria Preparatoria Libre bajo la dirección del Dr. Gonzalo Pat y Valle. Los directivos de esta escuela privada lograron el amparo de la justicia federal para mantenerla abierta como un reducto del atávica ideología yucateca y como un espacio de libertad. Ya en el sexenio del General Ávila Camacho, gobernando Yucatán don Ernesto Novelo Torres, se abrieron las negociaciones para cerrar la Preparatoria Libre. El sexenio de Ávila Camacho fue de conciliación, en él ya se encontraron los empresarios y hacendados con los revolucionarios. Más Aun: Ávila Camacho se protestó católico dando por terminada la cruenta Guerra Cristera. Sin embargo la medida empobreció a Yucatán: cerró un espacio necesario en el discurso público y perdió en Estado a un hombre brillante: Joaquín Ancona Albertos. Don Huacho fue removido de la universidad y tiempo después se trasladó a Puebla don participó en los proyectos de cosmografía, tema en que era una autoridad. Una sociedad moderna necesita los dos discursos que se complementan: el de derecha y el de izquierda. No el revolucionario que ofrece utopías, sino los debates de la realidad. En este pasaje se perdieron dos manifestaciones brillantes de esa pluralidad que es la condición fundamental del desarrollo de los pueblos. Eduardo Antonio Laviada volvió a la universidad, se graduó como médico y tuvo una carrera brillante y humanitaria como pocas en nuestra historia. Sin embargo las pérdidas del espacio de disidencia y de don Hucho fueron tristes para nuestra historia.