Oscar Wilde es uno de los autores más distinguidos de la vasta literatura británica.El Príncipe Feliz, El Retrato de Dorian Gray, El Fantasma de Canterville, El Ruiseñor y la Rosa, De Profundis y otros títulos maravillosos constituyen una obra asombrosa. Wilde fue un transgresor en materia de preferencias lo que constituía una herejía en la era Victoriana. Pero Wilde era católico y es posible que aborreciera lo que era y buscara un castigo que lo purificara. De ahí que no haya querido huir a Francia para evitar las humillaciones del juicio que lo llevó a la cárcel de Reading. Wilde buscó y encontró su castigo. Expió sus culpas y así creyó haberse purificado. El aclamado autor murió en Francia olvidado y abandonado.  Así procedió Richard M. Nixon, un cuáquero educado en la devoción por la verdad. Nixon estaba poseído por cierta paranoia y se puso a investigar a sus adversarios y pelear con medio mundo. Lo sabemos: Watergate y su salida del gobierno fueron el resultado. Tiempo después un joven periodista de nota rosas, David Frost, le pidió unas entrevistas. Nixon necesitaba recibir el castigo de la historia para merecer el perdón que su alma necesitaba. Reconoció haber mentido y haber hecho cosas indebidas. Algo similar se puede pensar de esa foto de priistas precedidos por la señora Ivonne Ortega Pacheco, a quien muchos consideran uno de los peores gobernantes de la historia de Yucatán. Otros personajes defensores del corrupcionalismo aparecen en la imagen. Quizás buscan la diatriba, el insulto, el castigo verbal que creen merecer por el daño que le han hecho a Yucatán.