Publicación original en Linearecta.com.mx | Noviembre 2014
No existe un templo católico consagrado a la Sagrada Empresa Familiar que fundaran José y Jesús. Existen muchos a San José Carpintero y a Cristo Obrero, pero ninguna que se consagre a la empresa de carpintería que estableció la Sagrada Familia. No solo la religión católica prescinde de ella. Nuestra tradición hispana privilegia el obtener un empleo más que iniciar una empresa. Sin embargo la economía contemporánea, y nuestro propio país, requieren de la empresa familiar, de convertir los hogares improductivos en productivos. Parece ser que cuesta mucho trabajo entender que la función esencial del gobierno es mantener la variables macroeconómicas en orden. Corresponde a la sociedad civil conformar un ambiente microeconómico sano. En ese sentido cobra un protagonismo la empresa familiar que no solo participa del mercado sino que brinda algo que no ofrece la economía: seguridad. Asimismo, junto con la pequeña empresa, ofrece el 90% del empleo, combate a las trasnacionales y es un fuente de innovación permanente. La iniciativa privada, la gran empresa, sufre en las etapas depresivas de los ciclos económicos. Un hombre de cuarenta años se puede ver desempleado con más deudas que patrimonio y un nivel muy alto de vida familiar. El drama que se desprende de este despido puede ser incalculable. Los últimos años se ha contraído el nivel del empleo para jóvenes y maduros desempleados. Si el emprender se lanza a esta labor urgido por una necesidad íntima, el desempleo y las demandas familiares son causa suficiente para alentar el espíritu emprendedor. Nadie puede cifrar su vida en un escritorio o en un logotipo en una tarjeta junto a su nombre. Todas las familias están obligadas a aprender a ganarse la vida. El concepto del hogar productivo conlleva muchas ventajas adicionales. Mencionaremos solo algunas:
1.- Al establecer la “contabilidad familiar”- simple relación de ingresos y egresos- descubriremos algunos errores estructurales en nuestra vida económica. Uno muy frecuente es que la educación de los hijos es la partida más costosa, siendo que lo que se obtiene por ella es muy poco en el caso de las universidades. Otro, cotidiano, es advertir que las cenas cuestan más que las otras dos comidas cuando se piden a los servicios de entrega a domicilio: pizzas, tacos, sushi, sándwiches, hamburguesas, etc. Estos son dos extremos en medio de los cuales se pueden hacer otros muchos hallazgos Seguramente se llegará a una conclusión: la vida diaria cuesta poco, somos nosotros la que aceptamos que se nos encarezca sin razón alguna.
2.- En los últimos años las universidades han sido una suerte de fábricas de desempleados. La empresa familiar es una base para que los hijos puedan encontrar una forma de ganarse la vida.
3.- Pero independientemente de lo anterior la empresa familiar es una escuela muy valiosa y muy práctica para que los hijos aprendan muchas habilidades y actitudes que nunca van aprender en la universidad.
En Mérida ya hay una cierta tradición del negocio doméstico, lo que se necesita es fomentarla, sustentarla teórica y prácticamente, apoyarla y proyectarla. Todo sobre una base las familias tienen que convertirse en productivas, esa es una meta de la fundación familiar y no un simple opción.