POR PATRICIO NAVARRETE
“Para Todos, Todo”. Es una frase tomada del discurso de Emiliano Zapata, el general en Jefe del Ejército Libertador del Sur . A mis 19 cortos o largos años el personaje de Marcos, quien se inspira en “El Caudillo del Sur”, siempre me ha llamado la atención. En primera por su nombre: Marcos, tomado de las siglas de los pueblos que el EZLN ocupó. En la naturaleza del joven siempre estará la revolución, tiene el derecho y quizás la obligación de creer en ella. Revolución es una palabra que ha perdido ya su valor, y más en este país que ya hemos vivido algunas y todas, en mayor o menor medida, han fracasado.
Hace unos meses el Subcomandante Marcos volvió a salir en los medios de comunicación negando la enfermedad que lo había alejado de su ejercicio y su causa. Marcos es un hombre de letras, un ideólogo que despertó el interés de Paz y de Monsivaís . Un neozapatista exigiendo derechos para los indígenas en un país que quiere ser cada día más parecido a su vecino del norte. Me pregunto por qué el Subcomandante apareció de nuevo en el preciso momento en que el país está estancado con unas reformas tan controversiales, con 2 estados “rotos” donde la población civil tuvo que armarse para defenderse por la incapacidad del Estado para otorgar al ciudadano lo más elemental que es la seguridad. Al mismo tiempo me pregunto ¿Cómo es posible que en un país de millones de pobres la familia presidencial aparezca en las portadas de las revistas del “corazón”? Este episodio parece una respuesta a la aparición de Marcos que evoca la presencia de sesenta millones de mexicanos en la pobreza ¿Será por la trivialidades de mis días que no escucho hablar de estos temas a periodistas de talla internacional?, entonces yo seguiré siendo un joven aprendiendo a ser hombre. He crecido entre libros, de todo lo que se puedan imaginar, y en la biblioteca que se convirtió mi casa, y que al parecer nunca se va dejar de crecer, siempre encuentro algo nuevo y entro en un frenesí descontrolado por si seguir leyendo a Freud o terminar “La Salud de los Enfermos” de Cortázar; ahí en mi casa-biblioteca encontré un libro en particular, de un gran hombre, que como a personajes tan distintos como a Agustín Cartens u Octavio Paz, mi padre me enseñó a respetar y admirar: Julio Scherer, o como mi papá le dice: “Don Julio”. El libro se titula “Los Presidentes”, en él se explica la transición de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz a Miguel de la Madrid, y me pregunto si el periodismo en este país ha caído rendido a los pies del sistema o como seguirá diciendo mi señor padre “algún día llegará alguien como Don Julio que nos explique qué está pasando en este país” . Algo he aprendido: el camino de las armas que tomó el Subcomandante no es el correcto, aunque merece todo respeto el acto tan loable de luchar por los derechos de otros. Yo, como otros muchos, quedé enamorado del personaje, me cautivaron sus discursos y sus cartas que dejaron atónito al mundo entero. Pero creo que el Subcomandante falló, me duele decirlo, porque para mí es un héroe que sigue luchando por la tierra de los desprotegidos. Nosotros como ciudadanos debemos madurar en la democracia- ésta es la revolución en la que creo- y ser un pueblo activo para el bien común y darle un cambio de página a la historia contemporánea de nuestro país.