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Artículo Publicado el 23 de febrero de 1956 en el Diario de Yucatán

 R E M I T I D O

El proyecto para un Monumento a la Bandera en Mérida — La ejecución de las obras

Como autor del proyecto premiado en agosto de 1943, para un Monumento a la Bandera que se construiría, según la Convocatoria respectiva, en la confluencia de las Avenidas de “Los Itzáes” y “Colón” de esta ciudad, considero que es deber mío informar al público, especialmente a mis colegas lo siguiente:

1º.- De acuerdo con la Convocatoria, proyecté un monumento para señalar el lugar en que, formando un ángulo recto, terminan las Avenidas citadas, y no para un sitio en que interceptara y cortara las perspectivas de un paseo como el “Montejo” donde se está construyendo.

2º.- Mi proyecto, publicado en uno de los Diarios Locales en el mes de Septiembre de 1943, consiste medularmente en un muro en forma de exedra o semicírculo, completamente liso por ambas caras y decorado únicamente con un ancho friso de figuras, en su base; de manera que éstas destacan en la serenidad de esas amplias superficies lisas, sus siluetas y actitudes en las alegorías y símbolo que empleé para expresar mi pensamiento.

Pero el escultor Rómulo Rozo, designado para ejecutar la decoración del Monumento que nos ocupa, al construir la Maqueta de mi proyecto, no tuvo en cuenta esta calidad o acabado del muro del exedra que establecía el proyecto, sino que alterando esta primordial condición, presentó los parámetros de este muro imitando mampostería de piedras aparentes,

Esta maqueta fue aprobada por el Gobierno y por más instancias que hice ante su autor y ante el Gobierno mismo, persistió el famoso muro de piedras aparentes, con el desconcertante resultado que puede verse en el repetido muro ya construido: Las figuras del friso de la base, a pesar de la maestría de su talla, de la perfecta euritmia de sus proporciones y siluetas, que deberían pregonar la pericia que todos reconocemos al Escultor, aparecen pobres y desmedradas, aplastadas por cataratas de piedras que las nulifican totalmente. El Decorador ha intentado remediar este lamentable defecto, recurriendo al expediente de pintar de rojo los entrantes de las figuras, no logrando con esto, sino manchar desastrosamente esos bajo-relieves, sin que adquieran la importancia decorativa que les señalé.

 3º.- El concepto de la Patria, cuyas modalidades estéticas y plásticas arropan el Monumento en sus distintos aspectos, según mi proyecto, está expresado por medio de una serie de motivos o grupos exclusivamente simnbólicos o alegóricos que, en el friso mencionado, se desarrollan en dos teorías que sucesivamente, partiendo a derecha e izquierda del tronco del “Árbol de la Raza” (en el centro de la fachada cóncava) van rodeando el exedra y rematan a los costados de la figura de la Patria, en el Centro de la fachada convexa o principal del Monumento. De manera que todas las figuras que puse en este friso, desempeñan el papel de símbolos; así por medio de un grupo simbolicé la época Pre-hispánica de México; y con otros grupos o figuras igualmente alegóricas continué representando las otras etapas de nuestra historia como la Colonia, la Independencia, la Reforma, etc., etc., hasta nuestra actualidad. De este modo conseguí que, al rematar estos frisos con sus figuras simbólicas a los costados de la representación de la Patria, forzosamente también simbólica, se ligaran y unieran natural y armónicamente, como también ocurría con las alegorías del “Caballero Águila” y del “Caballero Tigre“.

El Escultor tampoco aceptó mi concepción simbólica de los frisos y optó por llenarlos con las efigies fidedignas (hasta donde le fue posible) de determinados personajes a quienes juzgó representativos de cada una de las etapas de nuestra historia. De esta suerte transformó mis frisos simbólicos en históricos; eludió la dificultad que entraña toda creación simbólica, prefiriendo la facilidad de reproducir las conocidas imágenes de personajes de nuestra historia y de nuestra política. Pero esta sutileza se convirtió en dificultad insuperable, cuando trató de armonizar sus frisos históricos con el gran motivo central de la Patria sosteniendo la bandera, simbólico necesariamente. Pues al resignarse a representar este motivo de la única manera que es factible, no pudo evitar la falta de unión armónica de sus históricos frisos con este motivo culminante, sino que la hizo aún más notable al dar formas en alto-relieve a los símbolos superpuestos con los que rodeó la gran figura de la Patria, constituyendo una enorme mole aislada en su barroquismo, que, en vez de armonizar con los pobres frisos, también los aniquila.

Después de haber señalado los defectos principales de que adolece la obra decorativa del Escultor, por no haber querido colaborar con el Arquitecto, sino reemplazarlo, permitiéndose suprimir el concepto y la plástica que normaron mi creación del Monumento en cuestión, hago constar que esa decoración es ajena a mi proyecto.

Y para terminar, manifiesto que sólo intervine en la mencionada construcción, en su cimentación y en las obras de desagüe, pues al terminar el año de 1945 el Gobierno local prescindió de mis servicios profesionales.

Mérida Yucatán, Febrero de 1956.

Arquitecto Manuel Amábilis Domínguez