LOS ORÍGENES DEL TEATRO REGIONAL YUCATECO
El teatro regional yucateco surgió como brota el teatro popular: espontáneamente, siendo sus personajes un reflejo del pueblo, de sus tradiciones y de sus inquietudes. Dice don Alejandro Cervera Andrade que a finales del año 1010 una humilde compañía de faranduleros andaba por los kankabososo caminos del sur; se trataba de la histórica Compañía de Zarzuela de Pepe Talavera. En Oxkutzcab la temporada se alargó rebasando las reservas de obras. Fue necesaria la improvisación de autores que se basaron en escenas y diálogos de la vida popular de la región. Fue así como se conformaron los que son hoy los elementos fundamentales del teatro regional yucateco, que si bien tenía antecedentes remotos y recientes, no acababa de delinearse con la precisión con que se le empezó a ver después de aquella temporada de Oxkutzcab. Ahí nacieron los personajes clásicos: el uinic, la xnuc, la xchupalita, el xípal, la cumal, la xunán, el nohoch-dzul, el chan-dzul, la xchíu, el kos, el hmen, el maestro, el alcalde, el sacritán, el barbero y el juez de paz, entre otros.
Don Pepe Talavera fue el creador del viejo uinic, el hombre de campo, imagen de la raza, con sus perfiles de ignorante, malicioso, desconfiado, pero sincero, de cuyas respuestas emerge el chiste, la picardía que se procrea a partir de la ignorancia y la sinceridad. El uinic usaba el pantalón enrollado, la camisa de manta cruda, el sombrero de ala ancha y se apoyaba en lu xolté. era encorvado por haberse consumido cargando el mecapal – de ahí venía aquello de «viejo mecapalero»- y solía hacerse acompañar de su malix-pek. El genial don Héctor Herrera fue el creador de otro tipo popular: el mestizo de la ciudad, que sin abandonar el traje regional aparenta una posición social ya citadina; este personaje calza alpargatas «finas», camiseta de punto, blanca y de lujo, y pantalones albos, relucientes y recién almidonados; este personaje ha vivido en casa de los «niños» y por eso trata de igual a igual, detalle significativo del teatro regional yucateco que puede explicar los apellidos que llevaba nuestro Cholo: Dizípiris, Arrigunaga, Peón, Juanes, Cervera Pacheco y «Matalote». Otra magistral creación de don Héctor Herrera fue la del tatich, el que manda sin tener una autoridad formal. A Berlita Sosa se le atribuye la creación de la xnuc, la mujer abnegada que lanza de tarde en tarde alguna imprecación y que cuida de sus casa y sus xiipales y de xchupalita, la muchacha alegre, candorosa, un poco bobalicona, supersticiosa y trabajadora. Fue doña Luisa Torregrosa quién creó el tipo de la comadre de pueblo; Armando Carnejo, la versión del árabe urbano, tiempo después, don Mario Herrera consagraría aquello de «chackatitos y chakatitas», mientras Hernán Vera, el árabe rústico; Mario Ceballos, la del galán de pueblo; Andrés Urcelay, el muchaco discolo, buscapleitos. Apenas si se necesita decir que don Daniel Herrera creó un espléndido personaje que lo inmortalizaría: el chino. Un modesto maestro de escuela, don Aristeo Vázquez Delgado, encariñado con el teatro regional, creó a la inolvidable famila Chulim, protagonista de la legendaria revista Mérida de mis Recuerdos, que se estrenó en el Colonial y que tenía como intérpretes a Lucrecia Borges, Daniel Herrera, Ofelia Zapata y Fernando Herrera, en sus papeles de Honorio, Pastora y Cheto, memorable miembro de la familia Herrera. Se requiere aclarar que el afeminado, del cual hoy se hace abuso, no es un personaje clásico del teatro yucateco, es una improvisación reciente que no corresponde a la tradición ni a una afortunada recreación.
UNA VENTUROSA ALIANZA
El teatro regional se conformó en una alianza entre autores y actores y ha tenido a lo largo del tiempo una personalidad con rasgos muy definidos: los personajes populares que, a un tiempo, hacen referencia a personajes de la comunidad, tanto a políticos como a personas que no lo son; en este sentido ejercen una crítica moral y una crítica política, todo envuelto en una sana intención y un espíritu de respeto, aun cuando se recurra a otro elemento esencial del teatro regional: la picardía. En el teatro regional yucateco ha prevalecido hasta nuestros días el español que se habla en Yucatán, otra de sus características imprescindibles. La música es otra de las peculiaridades de nuestro teatro regional. Otro rasgo del teatro regional yucateco es el de incluir temas, personajes y sucesos de otras partes, decodificándolos, traduciéndolos no sólo a nuestra forma de hablar sino también a nuestra forma de ver la vida. El teatro regional tuvo -en alguna medida lo ha de seguir teniendo- una convocatoria universal: acuden a verlos de todo los niveles sociales, económicos y culturales. Algunos clásicos del teatro regional yucateco son:
Ermilo Abreu Gómez:
La Xtabay, El cacique, La bobita, El bushido, Mácaras y Colombina.
Manuel Cicerol Sansores:
Blanca Flor (zarzuela), Los candidatos, Chan Kinchí, Los presidenciables, Carnaval 1920, Chácharas y Fuego a la Revista.
Carlos Duarte Moreno:
El tonto, la infamia, El primer sueño.
Victor Martínez Herrera:
Pancha Pinto, Stohil, Eméritas hispanas.
Presentamos una muestra de las revistas regionales:
Mérida Carnaval, letra de Porfirio Sobrino Vivas y música de Eliseo Grenet. La tierra del faisán y del venado, de Antonio Mediz Bolio. La tarjeta roja, El príncipe de Hawai El alma de raza Alma ferrocarrilera, las cuatro revistas de Álvaro Brito y Raymundo Núñez. La duquesa de Kanasín, de Esteban Rejón y Raymundo Núnez. En tiempos de don Olegario, Hipiles y rebozos, y Oro y sosquil, de Idelfonso Gómez y Rubén Darío Herrera. La familia Chulim en la Habana, de Daniel Herrera. La familia Chulim en París, también de Daniel Herrera.
UN DATO ERRÓNEO Y UNA CORRECCIÓN
Se ha sostenido, equivocadamente, que el teatro regional ha cumplido ya cien años; lo que da lugar a esta equivoco es que la familia Herrara es la que ha cumplido ya los cien años en el teatro, aunque don Héctor Herrera, abuelo de nuestro actual Cholo, no se inició en el teatro regional sino en el de revista. Esto no le disputa ningún mérito a la familia Herrera como protagonista principal del teatro regional en Yucatán, y muy en particular a don Héctor Herrera Álvarez, nuestro «Cholo», como el mantenedor de esta rica tradición.