Estas dos fotos en distintos tiempos de la que fuera la Ermita de San Juan antes de convertirse en capilla y recinto de sesiones del histórico grupo conocido como “Los Sanjuanistas”, precursores de la independencia. En la imagen antigua logramos ver la fuente con su estatua de “La Negrita”, convertida porque durante muchos años fue retirada y se restituyó; para algunos no es la original, para otros sí lo es y la presunta sustitución es una leyenda urbana
San Juan Bautista fue el nombre de la ermita que antecede al templo que hoy conocemos como tal, y fue erigida, según Don Juan Francisco Molina Solís, en el año de 1552, de acuerdo a una promesa que hizo el Ayuntamiento por una plaga de langostas que azotó los campos, sembrando el hambre entre la población. Esta ermita se encontraba en el “camino real” a Campeche, nuestro puerto en tiempos de la Colonia. El templo que hoy conocemos de concluyó el 23 de junio de 1770 y el arco que marcaba la puerta más significativa de la ciudad se reconstruyó en el gobierno dinámico de Don Lucas de Gálvez y Montes de Oca, justamente en el año de 1790. Se debe a la personal asistencia, buen celo y prudente política con el que el Gob. Cap. Gen. E int. De esta Prov. El Sr. D. Lucas de Gálvez supo animar los estímulos generosos de un pueblo amante a común beneficio propenso a la libertad en cuyo nombre recurso a los fondos de su abertura y construcción”.
Como puede apreciarse la influencia del “Siglo de las Luces” aparece en la alusión a la libertad que no podía existir en un pueblo sujeto a un imperio; también es representativa la mención de los esfuerzos conjuntos que anticipaban lo que en años posteriores se viviría. Cuenta una leyenda generalmente aceptada que en el atrio del templo de San Juan se encontraron Manuel Alonso López, asesino material de Don Lucas de Gálvez, y el autor intelectual del crimen, Esteban Castro. En el extremo poniente de la plaza de San Juan se construyó un jardín dotado de bancas de fierro y enverjado que era cobijado por unos hermosos flamboyanes; en el centro de este jardín fue construida una fuente que era adornado por una estatua de bronce que era conocida como la “negrita de San Juan” y se dice que antes de ser remitida a San Juan estuvo en la Plaza Principal. La iluminación del parque era la de aquellos faroles que atendían los “serenos”, que pregonaban aquello de “las doce y todo sereno”. En 1810 era capellán de la iglesia el muy ilustre sacerdote Don Vicente María Velásquez y Alvarado, quien fuera el alma de “los sanjuanistas” a quienes se les atribuye los primeros movimientos por la Independencia. Apenas si se tiene que mencionar que por este hecho San Juan -que no pudo crecer hacia el sur por el impedimento del arco- tuvo una extensión extraordinaria hacia el norte en los años setenta con el parque de los Sanjuanistas presidido por el templo de María Inmaculada. En San Juan existieron dos improvisaciones para la diversión: un parque de pelota y una plaza de toros. Ya a principios de este siglo los señores José Cámara Chan, Enrique Hubbe Peón y José Vales ]Castillo, entre otros vecinos del rumbo, se encarga ron de patrocinar unas veladas musicales en la plaza de San Juan a cargo de una banda, estas audiciones tenían lugar todos los jueves y eran famosas en la ciudad. En el barrio estuvo un colegio célebre en Yucatán hasta la fecha y que por muchas décadas estuvo ligado a las familias sanjuanenses: el colegio Consuelo Zavala.