Publicación original en Nexos | Mayo de 2006
Presentación y selección de Alberto Enríquez Perea
Don Jesús Reyes Heroles a largo de toda su vida fue un hombre de Estado que supo que sólo la política podía transformar las realidades nacionales. Don Jesús estudiaba, meditaba y escribía con afán de conocer aquellos momentos clave de nuestra historia, buscaba “el sentido de los hechos”, deseaba explicarlos hasta donde fuera posible y “situarse en posición equidistante”.
Los Discursos políticos de Reyes Heroles pronunciados durante su gestión como presidente del PRI son de una prosa clara, bien delimitados, y con sentencias como las de los clásicos que leyó y abrevó. Asimismo, en esas páginas se encuentra su exasperación ante lo que consideró la negación de la política: la irrupción en México de la violencia y el terrorismo. Para un hombre que creía en las instituciones y en la fuerza transformadora del derecho, la aparición de aquel desusado fenómeno hizo que años más tarde propusiera a la nación un proyecto de reforma política.
Del libro señalado y publicado hace 30 años tomé la mayor parte de los aforismos que aquí presento. Desde luego, no son todos los que se pueden extraer de sus libros, discursos y ensayos. Hice esta pequeña selección en los tiempos políticos que vivimos, cuando hay muchos que tienden a desvirtuarla y desvalorizada. “La política es noble tarea cotidiana”, decía don Jesús.
La política es técnica de aproximación, no ciencia exacta.
En política siempre se elige entre inconvenientes.
En política lo importante es convencer, persuadir, no improvisar.
En política la línea recta casi nunca es la más cercana entre dos puntos.
La política o se deja o ella abandona.
La política la hacemos nosotros, o la política se hace en contra de nosotros.
En política hay que conocer para actuar y hay que actuar para verdaderamente conocer.
La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no intentar dominar a otro u otros; aspirar a dominar las cosas y no a los hombres.
Sin política se pueden hacer muchas cosas, pero gobernar, en el poder o en la oposición, es imposible.
Hay que aprender a salir limpio de los asuntos sucios y, si es preciso, a lavarse con agua sucia.
Las luchas fáciles no son luchas, son trampas
mortales para ingenuos que creen que la política es vía sencilla, sin tropiezos, ajena a los conflictos, vía triunfal sólo porque así se desea.
Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo.
No queremos luchar con el viento, con el aire; lo que resiste apoya. Requerimos una sana resistencia que nos apoye en el avance político de México.
Sin emplear la cabeza muchas cosas se pueden hacer, pero no política.
No pueden vencer aquellos incapaces de convencer.
No creo en los que dicen no tener ambiciones.
Todos los demagogos invocan una Constitución, pero tienen por símbolo el sable y el despotismo.
La urbanidad en las relaciones políticas es requisito para la convivencia pacífica.
El engaño en política es tan difícil de ocultar como la verdad.
Flotar no es gobernar.
La libertad se forma de libertades.
A quienes esgrimen ideas, combatámoslos con ideas.
La oscuridad de una sola idea o la falta de ideas produce ofuscación; la luz del enfrentamiento de ideas, de su lucha, no deslumbra, ilumina.
Es precisamente por la existencia de los problemas por lo que los hombres estamos obligados a hacer política.
No se obtiene lo óptimo, sino lo posible, para algún día llegar a alcanzar lo óptimo.
Tan importante es la meta, el destino como la ruta, el camino.
Problema que se soslaya, estalla.
Se avanza, no se brinca.
La espiral es la imagen del progreso y no la línea recta.
La vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre.
Una sociedad sólo conserva en la medida en que puede cambiar, pero, a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que sólo puede conservar.
Quienes no conservan algo del pasado, difícilmente construyen algo para el futuro.
En un país democrático, si las realidades cambian, cambia el derecho; pero también, mediante el derecho, se cambian las realidades.
Oponerse, inhibirse o temer a los cambios, será ignorar que toda época es, en el fondo, época de transición, puente entre lo que tiende a acabarse y aquello que está naciendo, que tiende a surgir.
Hay cosas malas que son viejas y cosas malas que son nuevas.
No olvidemos que nunca hay ausencia de poder. El poder que pierde el Estado, un partido, una clase o un grupo, lo obtienen casi automáticamente otros grupos, partidos o clases.
Los negocios no se compadecen con la política. Los hombres de negocios y los políticos ni deben confundirse ni, menos, caer en la doble función. Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar son los negocios públicos. Los negociantes, que se ocupen de los negocios privados.
Hay quienes esporádicamente intervienen en la política con ánimo de hacer una buena inversión económica. Intentan con estas intermitentes incursiones no sólo recuperar lo que consideran su inversión, sino multiplicarla de tal manera que produzca los más altos dividendos posibles en el mundo. Ni los negocios deben llevar a la política, ni la política a los negocios. La mezcolanza es hiriente.
Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.
Es más fácil ser dogmático que negociador, ser intolerante que tolerante; es más fácil dividir que juntar.
Fuentes
Reyes Heroles, Jesús, Discursos políticos. Avancemos con la sonda en la mano’. Febrero 1972-Febrero 1975, nota preliminar de Rafael Carrillo Azpeitia, Imprenta Madero, México,1975.
Reyes Heroles, Jesús, México. Historia y política, Editorial Tecnos (Colección de Ciencias Sociales. Serie de Ciencia Política), Madrid, 1978.
Reyes Heroles, Jesús, Los caminos de la historia, introducción y selección de Eugenia Meyer, Universidad Nacional Autónoma de México (Biblioteca del Estudiante Universitario, 135), México, 2002.