La violación de 1500 cajas de seguridad en Cancún, resguardadas por una empresa privada,  constituye un atraco de quien debería ofrecer seguridad : el Estado. Es una violación a las garantías individuales. En casi todos los países civilizados de la tierra las pruebas que se obtienen en forma delictuosa no tienen validez. El México actual es mucho más  bárbaro de lo que vio J.K. Turner a principios del siglo XX, quizás aquí si valgan. Claro, uno se pregunta ¿Para qué tanto brinco? Se pueden fabricar pruebas para incriminar a alguien en un delito sin necesidad de violar los derechos de tanta gente y hacer  un escándalo de magnitudes. Los Estados Unidos es uno de los países  con fórmulas muy sofisticadas de corrupción . Véanse las historias del asesinato de Kennedy y de la participación de Rusia en las elecciones en que ganó  el tal Trump. En ese país hay una pregunta inminente en estos casos: “¿Where is the money?” Quién y cuánto gana en esta trifulca tan burda. Es demasiado pronto para saberlo. Lo cierto es que en Quinta Roo una vez más el Estado se torna criminal para atracar a la sociedad. En años anteriores se fabricaban juicios laborales para embargar predios y quitárselos a sus legítimos dueños, se incautaban cuentas, se fabricaban expedientes, etc. Ahora se ha llegado a esto, sin reparo en el estruendo . En cualquier parte del mundo un pasaje como este dañaría irremediablemente a todos los niveles de gobierno, tanto más en vísperas de un año electoral. Lo cierto es que se certifica el drama en que vive el pueblo de México: a merced de un Estado criminal-