Un comerciante dinámico y visionario tuvo la idea de la producción en gran escala del henequén cuyo destino seria el mercado norteamericano que estaba dominado por el cáñamo de Rusia y el abacá de Manila. Don Eusebio Escalan te Castillo, a mediados del siglo XIX, tuvo la audacia, y la inteligencia, de recurrir a una casa comercial de Nueva York con la que tenía tratos comerciales, Thebaud Bros., para proponerles un plan de financiamiento para la industria henequenera yuca teca. El henequén puede tardar hasta siete años en cultivarse lo que desalentaba, y sigue desalentado, su producción, exigiendo fuertes inversiones, de ahí que don Eusebio estuviera consciente de la necesidad de financiamiento para poder impulsar el cultivo del henequén, cuya explotación beneficiaría a los norteamericanos.
La casa Thebaud Bros; realizó los estudios que creyó convenientes y se sumó al programa en forma entusiasta: los hacendados interesados en el cultivo del henequén firmarían documentos por los créditos recibidos pagando un interés del 9% anual, Escalante a su vez firmaría documentos a favor de la Thebaud y éste los descontaría· en la banca neoyorkina, la diferencia entre el interés que pagarían los hacendados y lo que cobrarían los bancos norteamericanos sería la utilidad de los intermediarios.
No deja de ser curioso que en Yucatán no exista un parque, una calle o una escuela como homenaje a don Eusebio Escalante Castillo, a quien, ciertamente, se le hace el cargo de haber manipulado los precios del henequén en su beneficio y en perjuicio de los endeudados henequeneros, pero que, como consecuencia de su ingenio y su audacia, logró hacer extensivo el cultivo de la fibra en todo el estado; incentivó el trabajo de otros y se preocupó porque obtuvieran ganancias y supo despertar el espíritu emprendedor de decenas de hombres que creyendo en sus ofertas y esperanzas lo siguieron, todo esto derivó en trasformar la historia de todo el pueblo de Yucatán. Don Eusebio Escalan te no sólo dio el impulso para la actividad propiamente agrícola sino que introdujo a Yucatán las primeras máquinas de vapor para la raspa de la fibra que era vendida a los Estados U nidos en las célebres pacas que hasta la fecha se preparan.
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