TOMADO DEL DIARIO DE YUCATÁN

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La Reforma de Lutero manifestó que entre Dios y el hombre no había intermediarios, ni terrenales ni celestiales. Así se disiparon las vírgenes y los santos para casi todas las religiones protestantes.

Nosotros somos hijos de la “contrareforma” y quizás por eso hicimos una reivindicación del depreciado santoral. En el frontis de la Catedral no hay un Cristo, pero si aparecen San Pedro, San Pablo y el escudo imperial de Agustín de Iturbide. Claro que como la justificación moral de la Conquista fue la evangelización a los santos había que invocarlos como aliados contra los indígenas, que eran la encarnación del diablo. Así fueron patronos de Mérida: San Ildefonso de Toledo, San Bernabé y la Nuestra Señora del Rosario, los tres contra los indios. Pero reconocido el poder de Santos y Vírgenes se les invocaba para otras pugnas. Quizás el primer remplazo por motivos bélicos se dio en la Catedral. Dice Montejo : “Antes que pase adelante, no puedo dejar de advertir, que no ha un año entero, que vino de paz Tutul Xiu, señor de Maní, por haber sucedido en día de San Ildefonso, le eligieron por patrón y ahora con la devoción de la Virgen Santísima (que es la de la Encarnación) no lo ejecutan; pero la Majestad Divina cela sin duda el cumplimiento de las promesas hechas a los Santos, y dispuso que se ejecutasen por el modo admirable que se dice adelante, dándose por titular aquella iglesia”. Así pues por su eficiencia ante la guerra el santo pasa primero.

En el siglo XVI se hizo el convento grande de San Francisco-aunque ciertamente el convento se consagró a la Vírge de la Asunción- y cine años después los militares lo amurallaron e hicieron en su inmediata vecindad una fortaleza, decidieron ponerle el nombre de un santo que compitiera con el “pobrecillo de Asís”. San Benito estableció las “reglas benedictinas” que regían las órdenes religiosas-y en alguna medida lo siguen haciendo-, también es el gran combatiente contra “el mal y sus representantes”, y fue el primer santo ecológico: fue alimentado por un cuervo. Benito estaba sobre San Francisco y así en la disputa entre militares y religiosos los primeros sintieron que vencieron a los Franciscanos. Sin embargo los Hijos de San Francisco parecían haber ganado otra batalla en el llamado cerro de San Antonio, uno de los cinco cerros de nuestra legendaria Thó, que se ubicaba en la calle 50 entre Mejorada y San Cristóbal. Es la Virgen María quien tiene la potestad de pisarle la cabeza al demonio figurado por una serpiente. Sin embargo los franciscanos lograron que su segundo danto en importancia se consagrara en una de las antiguas pirámides de Thó.
El Cristo de las Ampollas es un caso singular. En el siglo XVII el señor cura de Ichmul, Juan de la Huerta, mandó tallar una virgen en un tronco recién quemado, presumiblemente por causas de idolatría. El tallador se encerró en un cuarto anexo a la sacristía del templo y tras días de trabajo desapareció. El cura de la Huerta entró sorprendido al cuarto y no se encontró a una virgen sino a un Cristo crucificado, que siglos después destrozarían las turbas de Alvarado en la Catedral. Este fue un triunfo de un Cristo y no fue exactamente por motivos guerreros. El caso más completo es el del Itzimná. En los albores de la Colonia se asumió que Itzimná era un santuario al Señor Zamná, la gran deidad de los mayas. El territorio pertenecía a los Pech. Las autoridades coloniales creyeron conveniente desplazar a los antiguos habitantes de Itzminá a Chuburná para desalentar lo que creyeron que era un santuario a la gran deidad maya. Sin embargo existen controversias. Para muchos la palabra Itzimná provine de Itzimn o Itznim Pech, dado que primitivamente al emplazamiento se le llamaba Itziminalá. Pero para tomar providencias se construyó una pequeña capilla que se consagró a San Miguel Arcángel, el que lucha contra la serpiente emblema del maligno. Muchos años después se llevó a la Virgen del Perpetuo Socorro, de orígenes griegos, para que presidiera el templo desplazando al Ángel Santo. También estuvo ahí el Cristo de Esquipulas pero se le retiró porque podía dividir la devoción al Cristo de las Ampollas. Hoy nos pareen lejanas estas disputas. Nos desvelan las de los políticos, más pobres y frívolas, pero en el mismo sentido: la lucha por el poder.