Con el arribo del PAN al gobierno de Yucatán retornan, también, los antiguos hidalgos al poder. La voz hidalgo en español antiguo quería decir “hijodealgo”, es decir miembro de una familia que poseía un título o una distinción. Contra lo que se dice con frecuencia en los tiempos de la Colonia, solo personas que podía acreditar su hidalguía, proveniente, desde luego, de la Corona Española, podían ocupar puestos en el gobierno provincial. De ahí que fuera necesario realizar acreditar la condición de nobleza. Estas probanzas se realizaron en épocas distintas y por eso tenemos una noticia más o menos clara sobre ellas. Conviene precisar que es posible que existieron otras familias coloniales de nobleza pero que por no requerirlo no acreditaron su abolengo. Otras familias coloniales de jerarquía desaparecieron, ejemplo de este último caso serían: los Escudero, los de la Rocha, los Sáenz de Santamaría, los García Rejón y los Quijano.
_El señor gobernador, Patricio Patrón Laviada, proviene de la familia Arrigunaga Peón, por lo cual es descendiente de Francisco de Montejo, el conquistador: su abuela materna era doña Fausta Arrigunaga Peón y vivió en la Casa de Montejo. Además desciende de la familia Laviada, su abuelo materno era don Antonio Laviada Arana, que pertenece a familias prominentes del siglo XIX. En los mismos términos podemos hablar de la familia Patrón, es una familia de influencia desde el siglo XIX. La señora esposa del gobernador, doña Silvia Cicero Cáceres, es hija del poeta Roger Cicero Mckinney, descendiente de una de las familias de hidalgos coloniales.
_ El secretario general de gobierno, don Pedro Rivas Gutiérrez, es descendiente de hidalgos por el lado materno y su señor padre, don Dámaso Rivas y García, provenía por el lado materno, de una familia importante desde el siglo XIX. La familia a la que aludimos es la que desciende de don Felipe García y doña Ana Alayón.
_ El señor secretario de Desarrollo Industrial y Comercial del Estado, don Guy Puerto Espinosa, es hidalgo por el lado materno y por el paterno proviene de una antigua familia colonial yucateca.
_ La distinguida secretaria de Educación del estado, doña Carmen Solís Robleda, por el lado paterno proviene de los Aznar , su padre era el Dr. Pedro Solís Aznar; pero por el lado materno proviene de los Casares, su abuela doña Manuela Casares de Robleda, descendiente de una de las familias hidalgos fue una activista del PAN, como lo fue su hija, la madre de la actual secretaria, doña Carmen Robleda de Solís.
_ La señora secretaria de Turismo, doña Carolina Cárdenas Sosa, es hija de don Jorge Carlos Cárdenas Gutiérrez, descendiente, por ambos lados, de familias nobles de la Colonia.
_ El señor secretario de Obras Públicas, Enrique Manero Moreno, es hijo de don Enrique Manero Peón, exponente preclaro de una de las familias nobles de la Colonia.
_ La señora legisladora, doña Beatriz Zavala Peniche, es descendiente de hidalgos por ilustre apellido de Zavala, mismo que la emparienta con don Lorenzo de Zavala y con el gran historiador don Silvio Zavala Vallado.
_ En la administración que encabeza el señor Patrón Laviada hay varios miembros de la insigne y linajuda familia Cámara.
_ Nada se embosca o se hace oculto: el representante del gobierno del Estado en el Distrito Federal es el señor Fernando Ortiz Monasterio Molina, descendiente por el lado materno de dos personajes significativos en la historia de Yucatán: don Olegario Molina Solís y don Avelino Montes Linaje. La familia Molina Solís no pertenece a la hidalguía de la Colonia, pero su influencia transformó a Yucatán a finales del siglo XIX y principios del XX. Es difícil encontrar otra familia con la significación de ésta. Don Olegario Molina fue el representante del porfirismo en Yucatán, don Olegario fue integrante del último gabinete de don Porfirio; y su casa comercial, en la que era socio su yerno don Avelino Montes, fue apuntada como manipuladora de los precios del henequén y causante de la ruina de muchos hacendados, todo esto en contubernio con los agentes norteamericanos a los que representaba. Salvador Alvarado, acuñó la expresión “Casta Divina”, y ésta se refería a los intermediarios del mercado del henequén más que a las antiguas y nobles familias yucatecas. Los nombres de don Olegario y de don Avelino fueron cubiertos de adjetivos por los revolucionarios y señalados como el tipo de personajes contra quienes se hizo la Revolución. Hace apenas unos años era imposible que un descendiente de don Olegario y don Avelino pudiera ocupar una posición en la administración pública. Aunque hay un antecedente: Víctor Suárez Molina, pero su situación, por múltiples motivos era diferente, entre otras cosas por el nivel intelectual de quien fuera hijo de don Rogelio V. Suárez , cónsul de España en Mérida.
_ Tres asesores del actual gobierno son descendientes de hidalgos: Carlos Ancona González, Joaquín Escalante Peón y Hugo Laviada Molina. Caso especial lo constituyen estos dos últimos: el señor Escalante Peón es descendiente por el lado paterno de la familia a la que perteneció el fundador de la industria henequenera y por lo tanto de los esquemas de financiamiento que la impulsaron y la introdujeron al mercado norteamericano de finales del XIX, apenas si se tiene que decir que estamos hablando de don Eusebio Escalante Castillo. Por su parte el señor Laviada Molina es nieto de don Hugo Molina Font, hijo del gran historiador don Juan Francisco Molina Solís, quien en su juventud fue combatiente en Halachó en el año de 1915, en la campaña que pretendía hacerle frente a Salvador Alvarado. Don Hugo y su hermano Julio se salvaron de ser fusilados y quien, por ordenes de Alvarado, interrumpió la ejecución fue el joven revolucionario Pablo Garza Leal. Curiosas son las vueltas del destino: una descendiente de éste revolucionario, que tuvo la ingrata tarea de detener al Arzobispo don Martín Trischler y Córdoba para que abandonara el país, es en la actualidad reina del Club Campestre.
Los conservadores han permanecido no solo por su propia naturaleza sino por algunas consideraciones importantes: la tierra, la religión, las agresiones de liberales, revolucionarios y socialistas. Las familias nobles , en su mayoría, conservaron sus vastas heredades y por eso pudieron vivir un era dorada con el esplendor henequenero. Es necesario considerar que de esto no ha pasado mucho tiempo: la expropiación henequenera fue en los años treinta del pasado siglo. La religión ha sido un punto de encuentro y unión de los conservadores, y con su solidez ha brindado un servicio apreciable, a pesar de la pluralidad de una iglesia que ha hecho, desde mediados del siglo pasado, una opción preferente por los pobres y marginados. Las agresiones de los distintos adversarios en el tiempo propició la unión y la exaltación de los conservadores: el PAN se funda en México en 1939 y años después en Yucatán; es necesario tomar en cuenta que el PAN se funda con los reclamos de los Cristeros y de unos católicos que habían sufrido los embates furiosos de algunos revolucionarios radicales: Calles, Garrido Canabal, Alvarado, Gonzalo N. Santos y otros. También agrupa a los ex hacendados y todos aquellos agraviados por la Revolución. Las agresiones de una burocracia revolucionaria, corrupta y zafia obligó a los conservadores a participar en la vida pública. Ellos no se metieron en política, la política se metió con ellos. Los conservadores aglutinados en el PAN se hicieron abanderados de la democracia y el Estado de Derecho, a pesar de que en otra época algunos de ellos fueron partidarios de la encomienda, los privilegios, las mercedes y los fueros. La razón es muy comprensible: los revolucionarios se habían desentendido de la democracia como lo hiciera en su época don Porfirio, quien también se levantó contra la reelección como lo hiciera don Pancho Madero. La salida para esa opresión era la democracia. Por otro lado para modernizar al país era imprescindible una democracia real y éste era un reclamo de los conservadores y no de los “progresistas”, quienes lo hicieron suyo hasta las postrimerías del siglo XX. Todo esto hizo posible que la Historia situara en un lugar de privilegio a los conservadores, y en consecuencia a los hidalgos, que de ésa manera pudieron retornar aclamados por las clases populares.