Esta imagen de principios del siglo XX es cautivadora. Se revela un parque cerrado con pilares que sostenían la verja y le daban un aire señorial al espacio. No cabe duda: el sentido visual de los parques estaba muy bien definido, no se dejaban árboles frondosos, sino jardines que enriquecían la visión. Salvo el Gran Hotel, que ya se había construido, los demás edificios de este parque parecen coloniales. Dos cosas nos llaman la atención: la sobriedad colonial del edificio que fuera casa de don Felipe G. Cantón, conocido como La Unión, y la omnipresencia de una veleta.

Se advierte una visión distinta, los edificios quedan ocultos tras el follaje de los árboles y el conjunto cambia. El jardín del parque es otro. Y, apenas hay que decirlo, se nota lo impropio de un letrero indiscreto que resulta más perturbador.