Hay siglos en la historia de la humanidad de ruptura y otros de restituciòn. La Edad Media rompió con mucho de la antigüedad greco-latina.

Fue el advenimiento de un nuevo orden. El Renacimiento rompió con la Edad Media y resituyò a los griegos y romanos: en la arquitectura, en la laiteraturaen, la pintura y en especial en la valoración del cuerpo humano del que tanto abjurò el “oscurantismo”. Alemania y Gran Bretaña son los grandes disidentes de occidente: ente ellos se dieron las protestas contra el catolicismo y el papado y posteriormente el Romanticismo màs como con conjunto de ideas que como corriente estètica. El Siglo de las Luces fue una ruptura tremenda contra el pasado, particularmente contra las religiones y la idea de Dios. Este siglo fue el impulso a todas la revoluciones de Amèrica y ,desde leugo, a la francesa. La Bella Epoca es una restitución del pasado que despùes sufrirìa la discordia con la revoluciones sociales.

Este ritmo de la historia lo tienen las generaciones. Hay generaciones que veneran el pasado y hay otras que se rebelan contra èl, asì sea transitoriamente . En Yucatàn somos fundamentalmente conservadores- hasta los progresistas lo son en alguna medida- y el culto al pasado ha sido por épocas una suerte de religión. Hay que precisarlo: nosotros como los griegos de la antigüedad, y como otros pueblos, tenemos el santoral familiar: el bisabuelo importante, la chichì santa o vidente, la tìa que como Remedios la bella, de Cien Años de Soledad, era tan linda y tan buena que tendiendo las sàbanas un viento la llevò al cielo. La realidad que esas esas historias familiares alumbran mucho de la historia de la sociedades, para ratificarlas o para contradecirlas. Se han presentado dos libros parecidos en màs de un sentido: el relativo a un largo viaje de don Pedro de Regil Casares y el de don Rodulfo G Cantòn.

Ambos han salido a la luz gracias a la generosidad y el esfuerzo de sus descendientes: Pedro Peòn Roche y Pedro Peòn Espejo, en el primer caso; y Raùl Casares G Cantòn , en el segundo. Los dos descienden de familias de Hidalgos que curiosamente llegaron a Yucatàn en el siglo XVIII, con el arribo de los Borbones al trono de España. En ambas familias , como en otras, existe una fuerte tradición oral. En la casa Peòn de Regil de Montejo se reunían todas las tardes a tomar el tè, costumbre adquirida en Gran Bretaña por la anfitriona : doña Cristina de Regil de Peòn.

El grupo lo integraban , enre otros, don Alvaro Domìnguez Peòn y doña Uxa Juanes de Dominguez , don Julio Laviada Cirerol y doña Fini Heredia y algunos miembros del vasto clan de los Peòn. En esas tertulias nunca se agotaba la historia de Yucatàn y su gente. El caso del libro de don Pedro es muy especial porque no es costumbre en Yucatàn publicar diarios personales , aunque contribuyen a ver la historia desde otro àngulo. En el caso de la familia de Raùl se aprecia un trabajo de investigación sobre su personaje, seguramente enriquecido por su señora madre, doña Ena Rosa G Cantòn de Casares, tan amante de la historia.

Desde luego los Casares Ponce eran unos custodios de historias y tradiciones , a la cabeza de ellos se encontraba un hombre excepcional: el padre Josè Marìa Casares Ponce, sabio y santo. Este par de libros son cardinales para entender el pasado. El tiempo es el misterio fundamental del hombre.

El dìa que sepamos lo que es el tiempo sabremos lo que somos y llegaremos a ser, trágicamente, inmorales. Hoy podemos entender pedazos de tiempo con libros tan valiosos como los que estos jòvenes nos ofrecen.