Este fin de semana pasado se llevó al cabo un septiembre cultural más  bajo el patrocinio de la Universidad de Yucatán y con la participación de Sara Poot Herrera. En la primera sesión se evocó con calidez a la maestra Candita Souza, a Ana Patricia Martínez _Huchim y a Nestor Rodríguez, quienes fueron han proseguido su Camino de Ronda. Ese mismo día hubo una conversación brillante entre Gabriel Ramírez Aznar y Tony Peraza, memorable momento entre dos hombres inteligentes. Como ha sucedido desde algunos años atrás una sesión se lleva a cabo en el Hotel Hacienda Uxmal, con la hospitalidad de Fernando Barbachano Herrero y Enrique Valdés, hombre amable donde los hay. Se reunieron : Sara Poot, Margo Glantz, Carmen Beatriz López Portillo, María José Rodilla, Álvaro Ruiz Abreu, el brillante narrador Mario Bellatin –recientemente distinguido con el premio José Donoso que otorga el gobierno de Chile-, Micheal Schussler y Gonzalo Navarrete Muñoz. También estuvieron Rodolfo y Leonor Cobos; Teté Mézquita y Alejandro Varela, su esposo. La noche se le dedicó a esa mujer genial que es Margo Glantz, hubo ponencias de María Jospe Rodilla, Álvaro Ruiz Abre y Gonzalo Navarrete, todas éstas giraron en torno a la aportación de Margo a la prosa en castellano: concisión, ni una sílaba que no aporte algo, cualquiera que esté de más atenta contra el texto; humor- “escribe prosa correcta , prosa castiza el literato, pero ésta no vale nada sin las alcamonías de la ironía y la intención feliz”- y eufonía: en la narrativa la verdad no es asunto de ética sino de estética: el sonido es el gran seductor , de ahí que se escriba con el oído. Mario Bellatín, autor de la novela Salón de Belleza, se preguntó como sería la prosa del siglo XXI y aportó otra técnica: los vacios, o como la llamó Margo Glantz: la fragmentación: dejar espacios para que el lector los llene, siendo así es una prolongación de “el dato escondido”, técnica que aparece desde El Quijote. Carmen Beatriz López Portillo hizo una análisis sobre el último libro de Margo, “Por verlo todo  no veía nada”, en que contó cuántas veces aparecían algunas palabras y que significaba esa reiteración, también  contrastó algunos textos, fue algo sorprendente.

El domingo se había dispuesto una tarde mágica en el patio central del colonial edificio de la 60 con 57, hoy llamado Centro Cultural UADY. La lluvia, ajena a planes, impidió el evento ahí y todos subieron al auditorio Manuel Cepeda Peraza.  Se rindieron dos homenajes: a la poeta Pita Amor y al maestro de la lengua Juan José Arreola, en la primera mesa participaron Micheal Shussler-biográfo de la poeta-  y Gonzalo Navarrete, quienes hablaron de la vida y obra de la poeta, conocida de ambos. El énfasis estuvo en hacer un lado el follaje que esconde la poesía de Pita: su vida escandalosa y su apego al clasicismo. Aunque Navarrete Muñoz dijo: “después de deambular por la noche con Pita Amor, cuando nos separábamos me dejaba absorto, anonadado, perplejo: cómo una mujer tan frívola, tan vanidosa, tan violenta, podía escribir poemas llenos de angustia y misticismo. Es una poeta de verdad, porque un poema es un ser vivo, inmortal, y siguen con plena vida los poemas de Pita”. Eloía Alcocer y María Inés Canto leyeron poemas de Pita e hicieron que los presentes leyeran también. En la mesa de Arreola participaron: Álvaro Ruiz Abreu, María José Rodilla, Sara Poot, la gran conocedora del autor, Carlos Martín Briceño, moderando una mujer de exquisitas maneras: María Teresa Mézquita Méndez. Cerraron la noche Mario Bellantin, Margo Glantz y Carmen Beatros López Portillo, con una conversación a un tiempo íntima y general. Leer prolonga la vida, tal cual la semana pasada la vida se prolongó.