El mercado inmobiliario es una alternativa del mercado financiero. El dinero en el banco se deshace, se pierde. El dinero invertido en inmuebles nos protege de la inflación. Quizás no sea la mejor alternativa, pero nos puede resguardar de la pérdida del poder adquisitivo de nuestro ahorro. Un negocio puede ser más rentable, pero para quien no lo tiene el mercado inmobiliario es una alternativa.

Cierto, las rentas en Mérida están deprimidas: van a proteger de la inflación  pero no van a permitir la recuperación de la inversión  en 20 años, salvo que se venda. A un tiempo hay costos: mantenimientos, impuestos, etc.; lo que sucede con las casas es que existe una oferta adicional de más 60 mil casas. Claro, como el mercado inmobiliario pertenece al financiero no opera con toda su fuerza la ley de oferta y demanda.

Desde luego que el centro de la ciudad todavía ofrece muchas posibilidades, otro tanto se puede decir de la colonia México y quizás en algún tiempo de la García Ginerés. Las plazas pequeñas en las calles exógenas y los locales para oficinas prometen alguna opción, pero tiene que analizarse con sumo cuidado. Los terrenos son más rentables, no tanto por su ubicación sino por la infraestructura de que se le puede dotar para situarlos más en el presente y no en el volátil mundo de las promesas.

Gente de fuera de la ciudad aspira a invertir sus ahorros en Mérida, esto por dos motivos: la seguridad y el nivel de la ciudad y los bajos costos. Podrán vivir en otro lado pero ven que en Yucatán puede estar segura su inversión, esto abre el mercado en forma considerable, particularmente el de los terrenos. Quizás en el futuro inmediato los desarrollos para extranjeros puedan tener alguna viabilidad. Se han agotado las fórmulas del pasado pero hay grandes oportunidades que provienen de la seguridad y del estilo de vida de los yucatecos.