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Por Gonzalo Navarrete Muñoz

Lento en mi sombra, la penumbra hueca / Exploro con el báculo indeciso / Yo, que me figuraba el Paraíso / Bajo la especie de una biblioteca.

Poema de los Dones de JL Borges

Quizás bajo el influjo de Schopenhauer Borges descreía de la realidad. Los hechos no son como son, son como los percibimos y después solo como los recordamos. Por esta ruta no ha de costar mucho trabajo llegar a la conclusión de que leer es otra forma de vivir, tan intensa y tan plena como la experiencia sensual. Si bien es cierto que negar esta última es padecer de irrealidad no menos cierto es que las percepciones más claras y memorables sobre algunos pasajes las vivimos en la lectura. Tras leer un libro no volvemos a ser los mismos. ¿Qué puede llevar a un hombre a lograr la conjugación de la realidad real con la realidad literaria? Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, Gorgie, fue una suerte de “pirruris”; miembro de una familia de aristócratas civiles vinculados con la Independencia y las guerras de su país, con una abuela británica, con  todo lo que eso significaba en la Argentina europea de principios del siglo XX. Se sabe   Gorgi miembro de un linaje . Borges es de la misma generación de Octavio Paz y como él evocaba la bravura de sus antepasados desde su labor de escritor. Paz nos habla del mantel de su casa oliendo a pólvora por las luchas de su abuelo contra la invasión francesa y las batallas de su padre junto a Emiliano Zapata, así se preguntaba ¿Yo de qué podré hablar? Borges es más duro consigo mismo al evocar el pasado bélico de su familia, terminaba diciendo: “Y yo aquí contando sílabas”. La enfermedad del padre de Borges lleva a la familia a Europa, nada menos que a Suiza. El padre de Borges , un hombre de cierta cultura, y con un padecimiento crónico y degenerativo de la vista , salió al mundo en busca de salud, no la encontró, pero le dio a sus hijos  un aliento educativo. Borges había vivido en el barrio de Palermo, un barrio bravo, eso contribuyó a que viviera hacia adentro, oyendo las historias de sus padres, leyendo y pensando que en las noches las letras de los libros se movían y se deshacían para recomponerse a la mañana siguiente. Ese niño que vivía en un barrio de malevos alimenta la devoción por la fuerza de la que había tenido referencia por sus antepasados. Algo llama la atención en la vida de Borges: la devoción por los cuchilleros sin distinguirlos de un Aquiles o de un Héctor. El sentirse atraído por el pleito callejero tanto como por las gestas épicas. En “El Hombre de la Esquina Rosada” se exhibe , en la historia frecuente del débil contra el fuerte que tiene la ostensible virtud de ser contada en porteño, el prodigio del cuchillo en manos del endeble y una de sus consecuencias:  que la Lujanera, la dama joven, durmiera con el protagonista, el del cuchillo que tuvo la gloria roja del homicida, el narrador que le cuenta a Borges la historia de esa noche de laureles de sangre obtenidos en un baile de arrabal  . En esa timidez forjada en un mundo ajeno a su realidad inmediata encontramos quizás la génesis de la vida literaria de Borges que se refugia en los libros. Al paso de los años la muda se consolida: Borges no trabaja , lee; no se casa, lee; no tiene hijos, lee; y con la lectura vive y lo hace en tal manera que logra una erudición que crea su propia dinámica. Una extraordinaria memoria y el buen conocimiento del inglés y el francés colaboraron a profundizar una vida en la literatura.  Finalmente, ya grande, tras la muerte del padre, Borges encuentra trabajo en una biblioteca municipal donde se enfrenta a la crudeza y vive años miserables y tristísimos de pura realidad.

ALEPH-TAV, ALFA-OMEGA

El Aleph es uno de los cuentos más importantes escritos en todos los tiempos y en todas las lenguas. En él podemos encontrar algo de lo que puede significar la lectura: “En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el  espacio cósmico estaba ahí, sin disminución del tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto(era Londres) vi interminables ojos inmediatos escrtutándose en mi como en un espejo, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el sagúan de una casa de Fray Bentos , vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión impresa de Plinio, la de Philemon Holland, vi , a un tiempo, cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa de Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mizapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helchos en un suelo de un invernadero, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio(y la letra me hizo temblar) cartas obscenas , increíbles, precisas , que Beatriz había dirigido a Carlos Argenetino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural , cuyo nombre usurpan los hombres pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo ”. Hasta aquí Borges, sigo yo: estamos ante  una de las más lúcidas explicaciones de lo que ofrece la lectura, la posibilidad de ver todo, todo lo que promete el universo y el infinito hombre. La posibilidad  de ver  en cualquier rincón , con un pequeño volumen, todo aquello que existe y lo que no existe también. La posibilidad de estar al mismo tiempo en el cielo y en el infierno. El hombre , para sobrellevar la tragedia de su fragilidad, ha inventado algunos sistemas: la religión, la filosofía, la ciencia , el arte y también el vago e incierto concepto de la felicidad.  El arte lo es de verdad cuando trasciende los signos de que se vale y nos revela uno de los misterios del universo, eso es lo que nos dice Borges cuando habla de haber atisbado ese objeto conjetural  . Al ser arte la literatura le ofrece al hombre una verdad revelada y al hacerlo lo convierte en “verbo encarnado”. Si nos detenemos un momento en la íntima relación que existe entre literatura y religión estaríamos de acuerdo en que la base de las tres religiones monoteístas son libros en los que abunda una esplendorosa literatura fantástica. Así es: todo empieza y termina en un libro.

LA REALIDAD LITERARIA Y LA REALIDAD REAL

El Quijote , la novela fundacional de la narrativa moderna, puede inducirnos a pensar que don Alonso Quijano nunca debió haber salido de su biblioteca. Borges nunca lo hizo. Tuvo oportunidad : recibió invitaciones para ocupar cargos públicos y dejar la Biblioteca Nacional . Hizo lo contrario del Quijote: no salió a vivir la literatura sino por el contrario llevó su vida a la literatura. Aludiremos a dos de sus cuentos más famosos: “Pierre Menard , Autor del Quijote” y “El Sur”- este último considerado por el autor su mejor cuento- , en ambos aborda un pasaje determinante en su vida: el accidente que le abrió una herida en la frente y le produjo una gravísima infección. De vuelta de una operación quiso saber sino había perdido sus facultades y escribió Pierre Menard que sostiene que todo tema está escrito, por eso en su vida literaria Borges comprendió que lo que podía cambiar es la forma en que se dice. De ahí , de ese deseo de encontrar formas diferentes para decir lo ya dicho, nace quizás su aportación en la forma de adjetivar, totalmente inédita en español. El texto conciso y con la mot just de la que hablaba Flauvert se torna asombroso con el adjetivo insólito: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche” o “Le cruzaba el rostro una cicatriz rencorosa”.  Bien dice Paz que nadie había escrito en nuestra lengua como él. La letra pulida y el adjetivo exótico hacen una combinación fascinante  y más cuando se hace en un cuento. Borges desconfiaba de la novela. Sobre Cien Años de Soledad dijo:”Buena, pero  le sobraron 99 años”.

“El Sur ” va más lejos en la construcción de la vida literaria de Borges.  El autor confesó que este cuento puede ser leído de otro modo. Todo lo que sucede después de que el protagonista está a punto de morir de septicemia es una alucinación. Para el Borges de estirpe guerrera la muerte en un hospital por un accidente doméstico es indigna. La muerte que deviene de aceptar el reto de un gaucho del sur, como ya no hay otros,  esa es más digna y mucho más cuando no hay ninguna destreza para enfrentar al adversario. Enfrentar el desafío de aquel hombre es  retar con valor  a la muerte, despreciarla, y no ser tomado por ella en un hospital de tristezas. Bien se ha dicho que más tiempo vamos a estar muertos que vivos y por lo tanto requerimos, junto con una vida digna, una muerte memorable. Borges , niño tímido, tartamudo, admiraba la fuerza y su exhibición de ahí su debilidad por los seres fantásticos, encontraba en ellos prodigios extraordinarios y un manadero de inspiración. En la literatura la voz “fantástica” no debe ser un adjetivo sino un término auxiliar para definir el sustantivo.

ETICA Y LITERATURA

Leer no necesariamente nos hace ser mejores, nos hacer vivir más, entender mejor el mundo y ejercitar la imaginación, entre otras cosas. La lista de hombres eruditos y brillantes deshonestos, plagiadores, estafadores y hasta pervertidos es larga. Pero lo destacable hoy son las opiniones y conductas de Borges como una manera de comprender si su vida literaria no lo confundió y no aniquiló  la realidad real. Borges se opuso con denuedo a Perón y a Evita. Le indignó saber que  su amiga Victoria Ocampo, toda una institución en la historia de nuestros pueblos, fue detenida y recluida en una cárcel para prostitutas , la de El Buen Pastor; Leonor Acevedo la madre de Borges fue detenida pero por su edad se le otorgó su propia casa como cárcel, con menos suerte le fue a su hermana Nora- la que ingresaría en la benigna secta de los ángeles- quien sí estuvo detenida. Borges perdió su modesto puesto en la biblioteca municipal de Miguel Cané . Esta crítica valerosa contra los excesos del justicialismo fue similar a su postura contra Hitler , cuando París fue liberada , dijo: “Tengo una sensación de felicidad física”. Muchas frases de Borges se las han cargado, pero se puede decir que “sin non e vero e ben trovato” por la fama que se hizo. Así se cuenta que cuando murió Evita dijo: “Pobrecita, pero no tendrán problema para sustituirla: es una mujer de la calle y las mujeres de la calle son fáciles de sustituir”. Su postura frente al peronismo contrasta con su simpatías por Pinochet y la atroz Junta Militar Argentina, dijo de Videla : “Es un caballero”. Algunos dicen que fue congruente porque nunca creyó en la democracia, de la cual decía: “Es si acaso un abuso de la estadística”. Algunas veces dijo que él era un anarquista a la manera de Spencer  pero mientras se podía establecer un gobierno así  prefería a los hombres fuertes. Hoy sabemos que ´Gorgie y su entrañable amigo Adolfo Bioy Casares, Fito, enviaron un telegrama de felicitación al presidente Díaz Ordaz por los hechos del 2 de octubre de 1968. No los exonera que lo hayan hecho bajo las informaciones de Elena Garro. Pero por encima de sus opiniones políticas están sus consideraciones raciales. Borges hizo el cuento La Lotería de Babilonia en el cual mostraba que el azar del nacimiento no era una sentencia para un destino, en clara alusión a la tragedia del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo alguna vez le preguntaron sobre la esclavitud y dijo: “Pienso como Carlyle, es preferible tener sirvientes permanentes que estarlos cambiando a cada rato”. Sobre el mismo tema dijo: “El error con los negros es haberlos educado, antes eran como chicos, pero se les ha educado y ahora saben que han sido maltratados”. También se cree que con respecto al Quijote opinó en alguna ocasión: “Buena historia, lástima que Cervantes no lo escribió en inglés”. Borges no tuvo una vida, mucho menos biografía, tuvo bibliografía. Dijo: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, yo de las que he leído”. Volvemos a nuestra pregunta ¿Esa vida en libros lo indujo a confusiones? . No se le puede culpar a la lectura las posiciones morales. Tampoco se puede decir que la riqueza de la vida literaria de Borges y su pobreza de experiencias reales lo hayan conducido a sus desbarres. En todo coso hay que insinuar que amaba las frases impactantes e incentivadoras de la inteligencia, muchas de sus dichos pueden provenir de ahí. Por otro lado , al final de su vida fue rectificando muchas posiciones , hasta llegar a una máxima: “El olvido es el único perdón y la única venganza”. Para Jorge Luis Borges no habrá olvido: cuando se hable del español del siglo XX se hablará de Borges. Cuando se hable de la literatura universal se hablará de ese hombre notable que gozó de un genio excepcional, que leyó tanto sin tener luz en los ojos.

La vida es temporal, la muerte es para siempre. Pero un hombre puede multiplicar su vida con la lectura, puede vivir siglos y en todas partes. Eso, ese poder trascender a la limitado de nuestra existencia nos lo da el acto mágico por excelencia de la humanidad: la lectura.